HOMBRE 1. En un mundo habitado por demonios, Drake lucha por conservar su alma intacta. La cubre con cientos de capas de frías emociones aislándose de la sociedad. Los demonios lo persiguen porque se ha transformado en un peligro para la raza, pero él tiene un plan para vencerlos, uno que podría perder luego de top con una mujer que le pone precio a su alma y la reclama para ella. HOMBRE 2. Borya, un demonio impuro condenado por su propia raza, intenta liber de su terrible destino liderando una cruzada contra los demonios superiores, quienes tienen sumida a la humanidad en el caos y la guerra. Para llevar a cabo su riesgoso plan necesita de poderosos aliados y haría lo que fuera con tal de convencerlos a unirse a su causa, así tenga que aventur a sacar a una humana de su cautiverio infernal poniendo en juego su propia vida. HOMBRE 3. La guerra final contra los demonios se acerca. Mientras todos buscan liber de la opresión, Alexey se afana en conden. Sabe que al llegar el juicio final, Natasha, la enigmática bruja que conquistó su corazón, será sentenciada, y él no desea el cielo si ella no estará a su lado. La oportunidad de alcanzar su objetivo viene de la m de la Reina del infierno, esa demonio le ofrecerá el poder que pondrá fin a esa batalla, pero, para él, las consecuencias de pactar con el diablo podrían ser catastróficas.
Ler maisTrescientos años atrás, en las cercanías del Mar Báltico…
Drake levantó un poco la cabeza para mirar, a través de las gotas de agua y sangre que caían de sus cabellos, el amplio salón de su mansión, ahora destruida y manchada por el fuego.
Los cuerpos mutilados y sin vida de sus padres y el de sus dos hermanos menores yacían a escasos metros de él, mezclados con el de los empleados que habían servido a su familia por años.
Fue el único que quedó con vida en medio de aquella masacre y gracias a que se había desmayado cuando recibió un fuerte golpe en la cabeza.
Las bestias que atacaron la mansión de los Dewhorn dejaron pocas columnas en pie. Parte del techo se había venido abajo, por eso la lluvia había aplacado las llamas que los engendros dejaron para volverlo todo cenizas.
Alzó la vista al cielo nocturno copado de nubes, que tan solo dejaba ver pequeños rastros de una luna de sangre, mientras se esforzaba por obtener algo de oxígeno.
Sus piernas fueron rasgadas con lesiones tan profundas que se afectaron hasta los huesos y el brazo izquierdo casi se lo arrancaron de un mordisco segundos antes de haber sido golpeado en la cabeza.
Tenía un buen tajo desde la coronilla hasta la ceja derecha, por donde brotaba una gran cantidad de sangre.
Un charco crecía debajo de él, al tiempo que la conciencia se le apagaba, pero eso no lo angustiaba tanto como la frustración de no haber logrado proteger a los suyos frente a los seres infernales.
Dejó de pensar en sus desgracias porque las gruesas puertas de hierro y roble que fungían de entrada principal fueron abiertas con violencia por el efecto de una poderosa ráfaga de viento, despegando una de sus hojas de las bisagras.
Drake se asustó, pero sintió alivio al ver la figura de Gawain, su hermano mayor, irrumpiendo en el salón seguido por tres de sus hombres, quienes repasaban la dantesca escena con la furia tallada en el rostro.
Al detallarlo bien, Drake notó que la cara de su hermano estaba algo deforme y su cuerpo era más grande y musculoso. Esa apariencia lo confundió.
Gawain se había marchado al frente de batalla unos días antes y lo dejó a él en casa con la misión de cuidar a la familia.
Los ejércitos expansionistas del zar de Rusia diezmaban las propiedades de esa región buscando apoderarse de las tierras, que le darían a su país la salida al mar que tanto ansiaba.
Se rumoreaba que su poder era tan descomunal que parecía inhumano, por ese motivo exigían a los terratenientes personal diestro para ofrecer apoyo a los aliados.
Por algún motivo Gawain regresaba a casa, y para Drake, en el peor momento.
La vergüenza lo agobió casi tanto como el dolor de sus heridas. Le había fallado a su hermano, pero también, a toda su familia, y a su gente, quienes ahora yacían muertos a sus pies mientras él luchaba por su vida.
Cerró los ojos para dejarse llevar por la muerte, atormentado por el deshonor.
—¡Drake! —exclamó Gawain cuando descubrió que él aún vivía y corrió cayendo de rodillas en medio del charco que había formado su sangre—. Drake, hermano, ¿estás bien? —preguntó sin atreverse a tocarlo.
Drake abrió los ojos y vio las manos de Gawain a escasos centímetros de él, temblando de rabia.
—Best… Best… —trató de decir, pero ya no le quedaban fuerzas para expresarse.
—Sí, sé que fueron las bestias quienes hicieron esto —respondió Gawain acariciando con suma precaución la parte de la cabeza de su hermano que no estaba herida. Apartó los mechones de cabello oscuro que goteaban sangre y agua y tapaban su cara—. El zar las envió para derrotarnos y así invadirnos, pero un demonio se puso de nuestra parte y nos hizo como ellas, por eso las vencimos. Acabamos con todas —confesó con una sonrisa macabra.
Drake lo observó con asombro.
—¿Los ejércitos del zar… cuentan con bestias?
—Sí. Pactaron con el diablo para hacerse más fuertes y así ampliar sus dominios, pero nosotros los imitamos y ahora podemos defendernos.
Drake se angustió, más aún, al ver como los ojos de Gawain, tan grises como una tormenta e iguales a los suyos, se tintaban de un azul brillante y demoniaco, similar al de las bestias que habían atacado su hogar.
—Podemos ganarles a esas legiones de bestias, Drake, porque ahora somos como ellas —dijo Gawain sonriendo con malicia—. Bebimos de la sangre del demonio y pronto conformaremos una legión de guerreros en una ceremonia con sus hechiceros. ¿Quieres vengarte, hermano? ¿Quieres vivir para acabar con nuestros enemigos?
La muerte estaba a punto de dominarlo. Drake quería hablar, explicar por qué se oponía a esa absurda estrategia, pero las palabras se ahogaban en su garganta junto a la sangre que brotaba de sus heridas.
Solo alcanzó a estirar las facciones de su rostro mientras boqueaba por la falta de oxígeno.
¿A qué enemigo iban a vencer si todos los bandos quedarían como marionetas de los demonios? ¿Acaso no entendían que estaban siendo engañados y manipulados para aniquilarse entre sí?
El humano que se transformaba en bestia perdía para siempre la voluntad y la conciencia, se convertía en un esclavo eterno de los demonios.
Gawain lo observó muy serio, al tiempo que sacaba del interior de su uniforme de soldado una bolsita de tela. Dentro guardaba un frasco de vidrio con tapa de corcho, del tamaño de su palma, lleno de un líquido espeso del color del vino más oscuro.
—Tomaré tus quejas como un sí, hermano —respondió ansioso y abrió la botella para derramar su contenido dentro de la boca de Drake.
Él sintió deseos de impedirlo, pero no tenía fuerzas para negarse. Además, los tres hombres que acompañaban a su hermano lo rodearon mirándolo con unos ojos de un azul tan brillante y tan llenos de furia que parecían irreales, intimidándolo aún más.
Uno de ellos se agachó y le apretó a Drake la mandíbula levantando su cabeza cuando lo vio vomitar parte del líquido al no poder tragarlo. Lo obligaron a beberlo sin importarles si con eso lo ahogaban o no.
Drake no tuvo opción, pensó que finalmente moriría cuando cayó al suelo traspasado por un dolor más agudo que el que le producían sus lesiones y sus pérdidas, como si cada uno de sus huesos se partiera en dos y estiraran sus músculos hasta el extremo.
De forma involuntaria su cuerpo se agitó con violencia mientras sentía que un fuego mortal lo calcinaba por dentro.
Su destino estaba siendo marcado con una furia eterna que jamás sería saciada. Viviría entre rugidos de pena y odio, transformándose en aquello que le había arrancado el sentido a su existencia.
En el pueblo de Esso, en Kamchatka - Rusia, Natasha, ayudada por su tía, terminaba de curtir el cuero de reno utilizando una pasta de color rojo que resultaba de una mezcla de setas, cortezas varias y agua.La extendía por la parte interna de la piel frotándola para darle suavidad, elaborando luego con ello abrigos, botas y gorros que regalaba a los chicos de la aldea.Nikolay, un niño de unos ocho años que se pasaba casi todo el día con ellos, porque su madre trabajaba a diario en un negocio de alimentos y su padre había fallecido en el ataque de los demonios en la cuenca de los geiseres, entró al hogar en medio de un llanto suave.—¿Qué ocurrió? —preguntó ella con angustia y lo abrazó para consolarlo.Ella lo cuidaba sin cobrar un rublo a la madre del niño y lo quería como a un hijo propio, tanto a él como a decenas de chiquillos en ese pueblo y en el de los alrededores.—Alexey no me dejó cabalgar un reno —dijo sorbiendo sus mocos.Alexey entro en ese momento como si fuera un padre
Dos meses después. Drake llevaba una bandeja con aperitivos al salón de juego de su mansión en Estonia. Yelena lo esperaba allí, acabando con toda la población de zombis que podía existir en la dimensión virtual.Se acercó a ella con rebanadas de pan negro acompañadas de lonjas de cerdo y de salmón ahumado.También llevaba pirukas, que eran empanadas rellenas de carne con zanahorias y col, y una picada de verivorst, un embutido de sangre de vaca coagulada y arroz que a él le fascinaba.Aunque su cuerpo humano no digería como lo hacía una bestia infernal, seguía comiendo de la misma manera, como si tuviera un hambre eterna.El ejercicio diario lo ayudaba a mantenerse en control, pero eso no evitó que le apareciera una pancita que Yelena adoraba y a la que siempre acariciaba como si él fuera un buda.Tras el hombre iba Frederick, el inexpresivo mayordomo, con una cava de hielo y saku, la cerveza favorita de Yelena.—¡Al fin! —dijo la chica al sentirlo entrar—. Tenía hambre.—Te hice un
Alexey quedó inconsciente, acostado boca abajo sobre la roca, con su espada partida en dos y abandonada a varios metros de distancia de él.Natasha intentaba llegar a su lado, arrastrándose por el suelo, con todo su cuerpo temblando de forma involuntaria por el efecto que ejerció la energía angelical que retuvo por varios minutos.No tenía fuerzas ni para abrir los ojos, pero ella luchaba contra el adormecimiento de sus músculos y la debilidad de sus huesos.A pesar de que el peligro había pasado, no sabía qué consecuencias traería el acto que habían llevado a cabo.Estaba prohibido que los seres de raza superior o los descendientes de estos, compartieran con el humano su esencia, por eso los demonios eran severamente castigados cuando creaban a bestias infernales y los humanos que participaban de manera voluntaria en esos intercambios recibían también una dura sanción.Ahora sobre ambos recaía una condena. Los dos tenían sus destinos marcados.Yelena lloraba desconsolada abrazada a D
Nuevos chillidos infernales comenzaron a resonar y largos dedos de garras demoniacas aparecían por las rendijas que se abrían en la piedra como buscando una salida.La bruja miró a la abertura ubicada en la parte superior de la montaña percatándose que los dragones se posaban en el borde, y rompían la piedra para agrandarla y poder entrar. Si lo lograban, su ímpetu terminaría de fracturar la roca y liberar el infierno.Se levantó y corrió hasta donde se hallaban las hermanas Golubev.—¡Necesito que me entreguen sus poderes, como lo hicimos en Francia! —ordenó.—Pero… pero… pero…Anna estaba adolorida por la presión que Belfergor había hecho en ella y Yelena sufría abatida junto al cuerpo sangrante de Drake, que cada vez respiraba con menos ritmo.Natasha sacudió a Yelena por los hombros para hacerla reaccionar.—Si me das tu poder para detener a Lucifer, luego podremos salvar a Drake. Si no lo haces, todos moriremos.A la joven le costó salir del shock en el que estaba sumergida para
Alexey comenzó a mezclar sus capacidades de brujo con su agilidad con la espada. La cantidad de heridos a los que debía atender se equiparaba con la cantidad de enemigos a los que debía vencer.Sin contar, con el despiadado ataque que sufrían desde los cielos de parte de los dragones.—¡Creo que es hora de que aparezcan! —bramó a la nada, lanzando una súplica a los ángeles, quienes aún seguían sin dar señales de vida.—¡Muchacho, avalancha! —le gritó Serguei, lanzándose sobre él y teletransportándolo a varios metros de distancia para evitar que la ola de nieve se lo tragara.Alexey había estado tan concentrado en asesinar a demonios y a bestias que no había visto ni escuchado la cercanía del peligro.—¡Debemos sacarlos de allí! —exigió en referencia a los humanos y a los demonios aliados que no habían corrido la misma suerte que él y fueron arrastrados por el oleaje de nieve.—¡Lo haremos cuando terminemos con estas fieras! —bramó Serguei antes de soportar el ataque de una bestia que
Anna y Natasha caminaban apresuradas por el serpenteante túnel, intentando guiarse con el mapa que Iván les había facilitado. Aquella laberíntica cueva parecía traicionera y no deseaban perder el tiempo extraviándose.Para suerte de ambas, solo se toparon con humanos, todos ayudantes de hechiceros, a quienes Natasha con facilidad neutralizaba utilizando un hechizo potente que los hacía dormir por horas, sin que nada lograra despertarlos.—En algún lado deberíamos encontrar peligro real —dijo la brujita, nerviosa por la calma que parecía haber en esa guarida.—Todo el peligro está afuera, aquí el único que queda es Belfergor.Las dos se detuvieron al escuchar gritos de auxilio.—Belfergor y toda su corte de hechiceros —aclaró Natasha.—No solo secuestró a Yelena —expuso Anna evaluando los gritos—. Esas son voces de otros humanos, debe haber prisioneros.—Los conjuros malignos de los hechiceros necesitan de mucha sangre humana para mantenerse. Quizás esas voces sean de las personas que
Último capítulo