"Es irónico cómo, cuando el mundo te exige ser fuerte, es cuando más te quiebras por dentro."
Fumiko Ibars
Luego de ese incómodo momento en el lago con Garret, regresé a la cabaña con una sensación de malestar que no lograba sacudirme. El frío del agua aún calaba en mi piel, pero era el dolor persistente en mi hombro lo que realmente me inquietaba. Aunque había tratado de curarme, las secuelas de las heridas aún marcaban mi cuerpo, como cicatrices invisibles, pero pesadas, que se resistían a desaparecer. Mi mente estaba igualmente afectada, atormentada por las emociones encontradas. No solo estaba agotada físicamente, sino también psicológicamente. Aquellas palabras de Garret, la cercanía de su presencia, las decisiones que me acechaban... todo eso me asfixiaba.
Cuando llegué a la cabaña, Garret se quedó en la sala. Apenas entramos, se dejó caer sobre el sofá, y aunque intentó parecer indestructible, pronto lo vi dormido, su respiración tranquila, como si el mundo se hubiera desvane