"A veces, el dolor es tan profundo que preferiríamos escapar de todo, pero lo único que nos queda es enfrentarlo, aunque eso signifique perder una parte de nosotros mismos."
Fumiko Ibars
Mi cuerpo estaba levantado, moviéndose levemente de un lado a otro. A pesar de todo el cansancio, mi mente no se detenía. Podía sentir cómo mi cuerpo, pesado como plomo, apenas lograba mantenerse en pie. Pero la angustia era más fuerte que el sueño que me reclamaba. Mis pensamientos se disparaban a mil por hora y mi corazón latía tan fuerte que era todo lo que escuchaba. Con cada latido, parecía que algo dentro de mí se rompía aún más.
Abrí los ojos, pero la luz que entraba por la ventana los quemaba, así que los cerré de inmediato. La oscuridad era lo único que me ofrecía algo de calma, un respiro para el caos que sentía dentro de mí. La pesadez de todo lo que había pasado en estos días era tan abrumadora que ni siquiera podía distinguir si estaba despierta o soñando.
-Vuelve a dormir -dijo una voz t