"Es triste ver como la gente se convierte en lo que prometió jamás ser"
Oshin Itreque
Jamás me había permitido el lujo de mostrar mis emociones. Nunca me había quebrado frente a nadie, ni siquiera ante mi propia manada. Para ellos, yo era la imagen de la fortaleza y el control. Solo mi hermana había visto mis momentos de vulnerabilidad, porque ella siempre ha sido mi refugio, mi soporte inquebrantable.
Pero ayer, todo cambió.
Verla llorar frente a mí, con la voz rota por la angustia, escuchando cómo su dolor se derramaba en cada palabra... me destrozó. Era mi culpa. Sus lágrimas, su sufrimiento, la herida que llevaba dentro y que yo había alimentado durante tantos años. Algo dentro de mí se rompió en ese instante, y por primera vez en mi vida, no pude contenerme.
Las lágrimas surgieron sin permiso, y ni siquiera intenté reprimirlas. No quise hacerlo. Porque, en el fondo, deseaba que ella me viera así. Quería que supiera que mi orgullo, mi dureza, no eran más que máscaras inútiles.