9. HABLAR E INVESTIGAR.

— Debo decirte que la señorita Verónica ha sido vista nuevamente visitando al abogado de divorcio —avisó Jorge viendo el IPad— Y antes de eso visitó al abogado Camp, aún no he podido investigar en que se especializa.

Las palabras de Jorge retumbaron en Alexander. Sabía que esto era un contrato, pero no entendía la razón de Verónica de buscar un abogado. ¿A caso quería quitarle todo? ¿O solo una gran parte?

— Investiga en que se especializa. ¿Hay algo más o es todo?

— La investigación sobre Levi King es larga, tienen muchos años desde que se conocen. Podría decir que son buenos amigos, tanto como lo es con la señorita Sonia.

El solo escuchar el nombre de Levi King, una agrura le aparece a Alexander. No le agrada ni un poco ese hombre, el cuál siempre lleva una sonrisa tan... tan... amigable.

— Enviala a mi correo —responde Alexander sin molestarse en esconder el enojo— Cancela mis citas de mas tarde, estaré ocupado hoy.

— Bien —Jorge sigue sin despegar la vista de su atrejeada agenda— Ahora, fuera del trabajo, te molestaría explicarme la causa de tu inseguridad.

— ¿De qué estás hablando? Yo no tengo inseguridades, Jorge.

— Me pones a investigar a un hombre que trabaja con Verónica. Y desde ayer, has estado de tan mal humor que estoy considerando renunciar, Alexander. ¿Acaso estás celoso de tu esposa por contrato? ¿Me he perdido de algo?

Alexander mira a Jorge con cara de pocos amigos. Aunque puede que su amigo le esté diciendo la verdad, aún así, no lo adminitirá.

— No te pedí opiniones, psicólogo —responde irónicamente— Solo has tu trabajo.

— Mi trabajo consiste en burlarme de ti, después de todo te dije que era una mala idea tener ese contrato con Verónica. Esa mujer es tu tipo perfecto y lo peor es que ella es ma fría qué tú —Jorge habla burlón— Terminarás mal.

— Mal vas a terminar si no guardas silencio, Jorge.

[...]

Verónica se encontraba en una mesa de un restaurante bastante concurrido. Con un vaso de agua mineral, intentando calmar ese agujero que siente en el estómago.

Se negaba a admitir el enojo, los celos y todos lo sentimientos horrendos que había sentido desde que el nombre de Ana volvió. Inclusive desde la cena benéfica, recordando el collar azul que Alexander compró sin dudar.

— Lamento la demora, Jorge tenia varios temas a tocar antes de dejarme —anuncia Alexander desabrochando el botón de su saco y tomando asiento— ¿Llevas mucho esperando?

— En realidad, no —mintió Verónica con una sonrisa— ¿De qué quieres hablar? te escuchó.

Verónica sonrió aunque no era lo que quería. Faltaban veintisiete días para el final, sabía que Alexander en cualquier momento le recordaría eso. Aunque ella no quisiera, con Ana de vuelta en la ciudad, ya no habia oportunidad alguna.

— ¿Estás molesta conmigo? —preguntó Alexander sin titubear— Creo que algo no está bien desde hace días.

Aquella pregunta la tomó desprevenida. ¿La habia citado para hablar sobre como se sentía? ¿No era para hablar sobre el inevitable divorcio?

— No... no lo sé —Verónica bajó la mirada— Creo... no me gustaría... ay, no sé que quiero decir. A decir verdad una cláusula del contrato específica que no se debe mentir, ayer presentaste a Ana Bell como tú esposa —se mordió el labio, debido a los nervios— Creo que no te entiendo, las fotos...

Verónica se dió cuenta de su error demasiado tarde. No debía hablar de esas fotos.

— ¿Fotos? ¿Qué fotos? —insistió Alexander

Cuando Verónica estaba a punto de responder, una mano delgada y esbelta se colocó en el hombro de Verónica.

— ¡Qué sorpresa encontrarte aquí, Alexander!

La voz de Ana Bell era un poco alta, llamando la atención de las personas alrededor. De inmediato se dieron cuenta de la situación.

"Alexander Dixon tenía el descaro de juntar a su esposa y Ana, en el mismo lugar"

Los murmullos se comenzaron a expandir como fuego en hojas secas.

Verónica no se esforzó en sonreír. Sus sentimientos hacía Ana Bell eran terriblemente confusos. En realidad, ella sentía que no tenía derecho a sentirlos, después de todo era solo la esposa por contrato, una sustituta.

— Ana —saludó frío Alexander, notando lo incómoda de Verónica— ¿Podríamos hablar en otro momento? Todo puedes verificarlo con Jorge.

Ana se molestó con aquel comentario, así que soltó una risa llamativa.

— Alexander, contigo todo es trabajo... hasta que no lo es —añadió como si se tratara de una adivinanza— Te veo pronto.

Alexander no respondió aquello, observó como la mirada de Verónica se transformaba. Entendió de inmediato que allí pasaba algo.

— Me tengo que ir, Alexander —avisó Verónica tomando su bolso— Sonia me ha pedido que nos veamos.

— ¿Podrías decirme a que te referías con las fotos?

Verónica no quiso seguir allí, en cualquier momento haría una escena. Escena que habia firmado nunca hacer;

— Estás —respondió con molestia, mostrando la foto donde se veían tan cercanos— Estás fotos.

Alexander las miró rápidamente, pero no respondió nada porque Verónica se habia ido. Así que llamó a Jorge casi de inmediato;

— ¿Ahora que? —suspiró Jorge— ¿Vuelves a ocuparme? mi horario ha terminado.

— Investiga quién tomó las fotos del almuerzo que tuve con Ana Bell —ordenó Alexander.

— Claro, claro, en un momento te envío la información. ¿Algo más?

— ¿Puedes ver con quién está mi esposa?

— Claro, déjame hablar con el investigador. Cuando te la información, te la envío.

Alexander pagó la cuenta y salió de allí. Para nadie fue sorpresa ver lo enojado que estaba, solo para él mismo. Hace dos meses estaba bien, pero ahora que el fin de su contrato estaba por vencerse, algo... algo lo hacía estar mal.

Condujo hasta llegar a la oficina, donde cerró la puerta con un portazo. Los pocos trabajadores que presenciaron eso, se sorprendieron. Alexander Dixon es un hombre frío en la vida y en el trabajo, nunca pierde el control ni lo demuestra.

Un mensaje de Jorge llegó después de media hora;

"Verónica se encuentra en su empresa" - Jorge

"Pero no está sola, Levi King está con ella"

"La señorita Sonia se acaba de ir, solo estuvo un par de minutos"

Alexander hirvió de la ira. Lo celos parecían consumirse en su cuerpo, necesitaba sacarlo, asi que golpeó la mesa tan fuerte que alertó a su propia seguridad.

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