La casa de Antoni Mash había tomado color de repente, la gigantesca mansión había estado silenciosa desde que la compró, pero ahora ya no.

Helena evitaba salir, pero hoy el pequeño Mikkel deseaba salir y explorar el mundo, Helena lo había acostumbrado a ello;

— Mikkel, por favor, deja de llorar —dijo Helena mientras quería engañar al niño pero solo caminaba en círculos dentro de la casa.

El pequeño no entendía razones, solo quería que su madre siguiera la rutina que se había establecido, su llanto pronto se salió de control.

— ¿Qué pasa? ¿Por qué llora tanto? —la voz de Carl, asustó a Helena.

— Lo lamento, no sabía que había visitas, me llevaré al niño a la habitación —murmuró Helena apenada— Ven, pequeño.

— No, no quería sonar grosero, no me molesta. Realmente preguntó si está enfermo o porque llora así, soy nuevo con los bebés y el patrón no me deja acercarme al suyo —ríe Carl.

Para Helena era la primera vez que alguien se refería a Antoni como el patrón. ¿Por q