36. UN ATAQUE DE PÁNICO.
Hay sorpresas que nadie espera, lo único bueno de las «malas sorpresas» es que el sentimiento, por muy mala que sea, dura poco. Cuando ya tienes la atención a ese acontecimiento, todo depende de ti.
Alexander estaba en casa, Verónica se encontraba en cama trabajando. Acababa de visitar a Jorge en el hospital, lo que le hicieron no tiene antecedentes. Sus golpes parecían de odio, el tipo de odio que es peligroso manejar.
Jorge se encontraba estable en la competencia del Hospital King, aunque estaba dormido, no pudieron mediar palabra. Alexander tenía que ponerse serio, las dos personas en este mundo que más le importaban habían salido heridas casi el mismo día.
No tenía la menor idea por donde empezar, pero lo haría, encontraría la incógnita a este problema lo antes posible. Nadie debería meterse con Alexander Dixon ni mucho menos con las personas que le importan.
[...]
Al tener problemas más grandes, puedes desviar la atención de los problemas más pequeños. Pero siguen allí,