Donde hay lobo, no hay lugar para Ratas.

Zhana solo guiñó un ojo con picardía de villana redimida y salió como una bala.

Mientras tanto, Ester, la madre de Scarlet, estaba recibiendo a los invitados con lágrimas de emoción.

Y cuando Leo apareció con un traje color chocolate más arrugado que su moral, ella corrió a abrazarlo como si fuera un príncipe.

—¡Al fin, mi yerno! Hoy se cumple mi mayor sueño: ver a mi hija casada —expresó entre sollozos.

—Así es, suegra —dijo Leo, inflando el pecho como un gallo—. Cuidaré de usted y de Scarlet como siempre. No les faltará nada. Y cuando me asciendan a Director, nos mudaremos a una gran casa con alberca. Usted vivirá con nosotros, claro que sí.

Zhana, que escuchaba a corta distancia, puso cara de querer meter la cabeza en una licuadora.

“Este parásito tiene el descaro de hablar como si hubiera hecho algo por Scarlet. ¡Ni pagar la pizza ha sabido!”, pensó con rabia.

—Pero esta decoración… —agregó Leo con desdén—. Es un insulto a mi buen gusto.

Zhana se le acercó con una sonrisa falsa di
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