Lucas no podía creer lo que estaba haciendo. Nunca en sus sueños más locos imaginó que lloraría frente a Janette. Estaba abrumado y no podía controlar sus emociones. Pero eso ni siquiera le preocupaba en ese momento. Estaba en sus brazos. En sus malditos brazos. Nunca pensó que llegaría ese día, pero allí estaba, en los brazos de la única mujer que había amado tanto. Lucas cerró los ojos para saborear el momento.
Janette lo miró, con el corazón doliéndole y ablandándose al mismo tiempo. ¿Por qué los asuntos del corazón eran tan complicados? Se burló para sí. ¿Cómo puede alguien hacerte sufrir y amar al mismo tiempo?
—Lucas, —lo llamó—. Creo que ya es suficiente. La gente se acerca, y creo que deberías soltarte ahora mismo.
Lucas no quería apartarse de ella, pero tampoco quería que circularan rumores sobre Janette. A regañadientes se separó del abrazo, y Janette se levantó de inmediato.
—Creo que hemos terminado aquí. Buenas noches, señor Harry —dijo sin esperar su respuesta antes de a