5. Preparación para la venganza
Camila
Esa mañana me desperté un poco tarde. Fui directamente al lavabo. Me lavé la cara con agua fría, tratando de eliminar la hinchazón y el frío persistente de la ira de la noche anterior.
La silla de ruedas estaba en la esquina de la habitación. Me acerqué a ella deliberadamente, luego me senté y me quedé mirando mi reflejo en el espejo: una esposa débil, lamentable y tonta.
No debía parecer que me estaba recuperando. Todavía no.
También tenía que actuar como si no hubiera visto nada ayer.
El ruido de los cubiertos provenía de la cocina. Cassandra ya estaba despierta, ocupada preparando el desayuno, como si esta casa le perteneciera.
Respiré hondo, reprimiendo las náuseas que estaban a punto de estallar. Por el bien de Mateo, tenía que aguantar un poco más, hasta que todos mis planes estuvieran listos y pudiera marcharme sin mirar atrás.
Una pequeña risa me hizo girar la cabeza.
En el comedor, Cassandra y Carlos estaban sentados uno frente al otro, pero sus gestos decían lo contra