17. La Carga de la Culpa
Camila
Las luces azules y rojas parpadeaban en la distancia. El sonido de las sirenas de las ambulancias y los coches de policía rompía el silencio de la zona industrial.
No sé cuánto tiempo estuve arrodillada junto a Gavin y Mateo. Sus cuerpos yacían sobre el frío asfalto. Me quedé mirando, con las lágrimas secas y el cuerpo entumecido.
—¡Señora Camila, aléjese del lugar del accidente! —Un paramédico se acercó a mí.
No me moví. Solo lo miré fijamente, sin comprender nada.
Otro paramédico le colocó rápidamente un collarín a Gavin. Tenía el rostro pálido y respiraba con dificultad. La herida de la cabeza sangraba profusamente.
—Mateo... por favor, salven a Mateo... —murmuré con voz apenas audible.
Una paramédica tomó suavemente a Mateo de mis brazos indefensos. Inmediatamente lo trasladaron a la primera camilla, le pusieron una máscara de oxígeno y le vendaron rápidamente las heridas.
—Gavin... —le toqué la mano, que estaba fría.
—Sus heridas son graves, señora. Tenemos que llevarlo inm