10. El regreso del poder de mi empresa
Esta mañana elegí ropa elegante pero sencilla. Un chaleco rosa dorado y una falda hasta la rodilla, combinados con un lazo rosa que añadía un toque de alegría. Me volví a maquillar. ¿Cómo pude pensar que Carlos me quería por lo que era? Ahora me doy cuenta de que el maquillaje adecuado hace que mi rostro resplandezca, dándome un aura de poder que el dinero no puede comprar.
Sonreí con confianza, mirándome de arriba abajo. Me desabroché la camisa por la cintura. Las estrías habían desaparecido. Ahora, mi vientre estaba plano y firme de nuevo. Me sentía realmente perfecta y digna de ser amada, no de ser tratada como basura.
—Buenos días, señorita importante. Todos la esperan en la sala de reuniones —me saludó un miembro del personal.
—De acuerdo.
Caminé hacia la sala de reuniones. Aunque el pasillo estaba en silencio, sabía que todos los ojos me observaban desde detrás de los cubículos; susurraban a mis espaldas, preguntándose quién sería su nueva reina.
Todas las personas importantes y