—¿Cómo que marcharse? —lo cuestiono con una opresión en el pecho que no soy capaz de describir.
—Como lo escucha, Giselle se marchó del país. ¿Acaso pensó que se quedaría y esperaría para que cumpliese su amenaza?
—¿Se fue? —inquiere Scarlett, tomando a su hermano del brazo hasta obligarlo a centrar su atención en ella—. ¿Por qué me mentiste y me dijiste que ella no quería vernos? ¿Y por qué no nos contó sobre su embarazo?
—¿Cuál amenaza? —pregunta al mismo tiempo Kalet, alternando su mirada entre uno y otro.
—Lo siento peque, pero ella me pidió que nadie se enterase de que se había marchado y debía cumplir mi promesa, era mi deber como su mejor amigo. Tenía miedo de que si él se enteraba —musita, señalándome con su barbilla—, perdiese algo, realmente importante para ella. Y en cuanto a cuál amenaza me refiero, es obvio que a la que tu jefe le hizo a Giselle el día que firmaron su divorcio.
—¿Cuál amenaza? —repite Kalet.
—¿Tu jefe no te lo dijo? —Pierre me observa con los ojos entrece