Nathan
Con un sobresalto despierto empapado en un sudor helado y mirando a mi alrededor, comienzo a buscar a mis bebés hasta que a mi lado, durmiendo profundamente, se encuentra Giselle y sin saber cómo es que llegó a mi cama, se despierta debido a los jadeos que escapan de mi boca.
—¿E-estás bien? —inquiere con un ligero bostezo y frotando sus ojos.
—¿Q-qué haces aquí? ¿Y las bebés dónde están?
—¿De q-qué bebés hablas? ¿Tuviste una pesadilla? —pregunta intentando enfocar su mirada en mí.
—Las bebés —repito, pero dado que parece estar dormida de nuevo, dejo de insistir.
Me levanto de la cama sin hacer ruido y saliendo de la habitación, me dirijo a la que arreglé especialmente para nuestras bebés. De un fuerte tirón abro la puerta y cuando observo que aún es la habitación de invitados que no se ha usado en años, mi respiración se vuelve irregular, por lo que regreso el camino andado y me encierro en el baño.
Abro el grifo y enjuagando mi rostro con agua fría, niego con mi cabeza.
—¿Qué