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La puerta estaba cerrada, tuve que llamar mucho tiempo hasta que finalmente me abrieron.
Papá estaba en calzoncillos y con el torso desnudo, y me sorprendió su complexión física. Para un hombre de 58 años, los abdominales marcados en el torso me parecieron inusuales. Papá está en excelente forma.
—¿Florecita? —Papá me miró de arriba abajo y se apartó para dejarme entrar. Metí la maleta y la dejé junto a la puerta.
—¿Qué ha pasado? —adivinó papá y cruzó los brazos sobre el pecho, frunciendo el ceño con enfado.
—¡Quiero divorciarme! La última vez me devolviste tu apellido muy rápido, ¡hazlo otra vez, por favor! —le pedí y, en ese momento, vi a mamá bajando las escaleras, ajustándose la bata mientras caminaba, y parec&i