Maxime
No se va.
Se queda.
Y en este silencio entre nosotros, algo aún respira.
Es minúsculo. Un suspiro.
Pero suficiente para mantenerme en pie.
Léa está ahí, frente a mí, con los brazos cruzados y el rostro cerrado. No en una ira explosiva. No. Es más peligroso que eso. Es ese tipo de calma que precede a las tormentas. Donde todo puede volverse a inclinar. Donde cada palabra cuenta.
Siento que estoy en una cuerda floja. Y que un solo paso en falso me enviaría de regreso a ese vacío que yo mismo he cavado.
Tomo una larga inspiración.
Maxime
— ¿Quieres saberlo todo, Léa? ¿Incluso las zonas grises? Porque las hay. Y no quiero que te embarques en algo que sea injusto para ti.
Ella no dice nada.
Ella espera.
Y odio este silencio, porque sé lo que significa: me deja una oportunidad de decir la verdad. Una sola. Una verdadera.
Así que hablo.
Maxime
— Estuve perdido. De verdad. Con Clara, creí que podía hacer lo correcto. Ser un buen tipo. El padre presente. El compañero correcto. Todo lo q