Maxime
Un buen depredador nunca deja ver sus intenciones.
Pero este tipo, él cometió un error.
Se traicionó.
Léa está tensa a mi lado, sus dedos crispados en mi brazo. Su aliento es corto, y puedo sentir el miedo vibrar en ella. No es una reacción exagerada, no es un farol.
Este hombre no es un desconocido.
Él la conoce.
Y ella sabe exactamente de lo que es capaz.
Mantengo mi arma levantada, aunque discretamente oculta bajo mi chaqueta. Mi mirada está fija en él, analizando cada pequeño movimiento.
— Te lo voy a decir una última vez, murmuro, mi voz helada. No tienes nada que recuperar aquí.
El hombre sostiene mi mirada sin parpadear, pero veo en sus ojos un destello de desafío.
— Eso no te corresponde decidirlo, Valence.
Se atrevió.
Se atrevió a pronunciar mi nombre.
Mi mandíbula se tensa y mis dedos se crispan ligeramente en mi arma. Está jugando con fuego, y lo sabe.
Pero antes de que pueda reaccionar, Léa se interpone, posando una mano temblorosa en mi brazo.
— Para, susurra. No a