No podía creer lo que había visto, Laura había sido mi amiga de toda la vida, crecimos juntas y asistimos juntas al catecismo, ella entraba a la iglesia, se confesaba cada jueves y comulgaba los domingos. ¿Acaso las brujas podían entrar en la casa de Dios sin ningún temor? Además, yo nunca le había visto los dientes así, de hecho, siempre tuvo una hermosa sonrisa, Dios mío, ¿Qué es lo que está pasando? ¿En quién puedo confiar? Ni siquiera mi madre es quien dice ser, de un día para otro me veo rodeado de brujas, hombres lobo y descubro que en el mundo hay cosas sobrenaturales y horribles y todas giran a mi alrededor, y yo, ¿Qué soy yo? ¿Por qué de pronto puedo escuchar los pensamientos de Maximiliano?
Mis pensamientos estaban revueltos, tenía demasiadas preguntas y necesitaba respuestas, el único que podía dármelas y sabía que no me mentiría era Maximiliano, si él me mintiera yo lo sabría, porque podía escuchar sus pensamientos y, además, él me había confesado su verdadera identidad, as