Ejecutando un plan

Mei Li sonriendo con ternura mientras los observaba. Tal vez, solo tal vez, su hijo finalmente estaba comenzando a abrirse un poco más.

El ambiente se sentía tenso y Suzy no quería forzar más el bingo con Tenzin.

—Bueno, no quiero interrumpir tu día más de lo debido. Regresaré luego.

—¿En serio?

—Tía, dame cinco cafés para llevar. Estaba muy rico el que tomé. Definitivamente recomendaré está cafetería a mis colegas.

—Claro mi niña. Gracias.

—Bueno te veo luego, gracias por su tiempo.

Suzy se levanta, toma su cartera pasa por los cafés, los paga y sale de la cafetería con un aire de triunfo.

A Tenzin solo le restó respirar profundo.

Media hora después, luego de pasar un tránsito de horror, tapones por allí y por acá, por fin, Suzy entra a su oficina, ignorando los saludos de sus empleados chismosos, mientras revisa mentalmente su plan.

—Buenos días Suzy.

—Buen día, amiga. Toma —le pasa los cafés y Amanda los deja en una mesita.

Suzy se sienta en su silla de cuero negro y mira a su asistente, Amelia, quien la observa con atención.

—Necesito que averigües todo sobre cómo abrir un dojo —ordena Suzy, sin rodeos.

—¿Un dojo? —pregunta Amelia, sorprendida.

-Si. Todo lo relacionado: requisitos legales, costos, permisos, equipo necesario. Y quiero que la campaña de marketing se inicie de inmediato. Ya hice las conexiones de algunas instituciones de síndrome de Down y autismo. Nos enviaran a sus niños en terapia. Pero necesito un espacio digno para ellos. Con todas las facilidades y que puedan sobre todo divertirse.

—Entendido, pero... ¿Un dojo solo para eso exactamente? —insiste Amelia, mientras toma notas en su tableta sin entender ni papas.

—Para enseñar artes marciales a personas con síndrome de Down y autismo. Solo eso. Que sea para ellos como un parque de diversiones pero con disciplina.

Amelia levanta la mirada, visiblemente impresionada.

—Eso suena maravilloso, pero... ¿Por qué el interés repentino?

—Porque quiero hacer una contribución a la sociedad... cositas, entre ellas...—responde Suzy, con una sonrisa ladina— necesito que un "amigo" mío, Tenzin, lo maneje.

Amelia parpadea incrédula.

—Quien es Tenzin Señorita conquista?

—Bueno...este cuento es largo, toma un café y llévale uno a tu amiga la archivera y al gruñón de mi hermano y regresa.

Amelia obedece y cuando regresó Suzy le contó todo.

—Esta. Suzy... ¿Y si dice que no? Es mucho dinero para invertir, muchos permisos y necesitas contratar gente capaz. El hecho de que él sea monje no significa que pueda con esto. Todo por un capricho suyo y encima mentir a tus padres. Siento que voy a perder mi trabajo.

—Vamos Amelia, hemos sido amigas desde la universidad. Sabes lo desagradable que es que están manejando tu vida. A lo mucho estaremos juntos un mes o dos....maximo tres meses. Cuando mis padres se vayan a Europa, ¡ZAZ! término lo que sea que empecé con Tenzin.

—¿Y si él no accede o te desmiente frente a tus padres? Sabes que vas a terminar fuera por falta de credibilidad. Te quitarán tu proyecto y puedes perder tus acciones.

—Ya dijo que no. Pero su madre le hará cambiar de opinión. Perder. Él no le hace daño ni a una hormiga, no me va a delatar y necesita dinero. No puedo simplemente darle dinero —dice Suzy con confianza—. Necesito que todo esté en su nombre. Mis padres no pueden saber que yo lo financié, mucho menos mi hermano. Y menos que yo tengo algo que ver directamente— Amelia asiente, aunque no parece convencida.

—Haré lo posible, pero es un proyecto grande. Me tomara tiempo.

—Por eso te tengo a ti —responde Suzy con un guiño—Tomate todo el tiempo que quieras que no pase de una semana.

—¿Qué?

En ese momento, la puerta de la oficina se abre y entra Jefferson, su hermano mayor con el café en la mano. Su presencia es imponente: alto, de puerta elegante y vestido con su bata de científico impecable. Sus ojos la observan con esa expresión de superioridad que tanto le molesta.

—Oye ¿dónde compraste este café hermanita? Está delicioso. Gracias Amelia por traermelo, oye ese vestido te queda Wao.

—No importa sólo tomarlo y sal de mi oficina. ¿Porque diablos no tocas antes de entrar?—pregunya Suzy.

—Bueno, bueno, hermanita—dice con tono burlón—, ¿qué tal la noche de pasión con tu carvito?

Suzy le lanza una mirada asesina.

—Vete al infierno, Jefferson.

Jefferson se rie con esa arrogancia suya y se deja caer en una de las sillas frente al escritorio.

—Vamos, no te pongas tan hostil. Solo quiero saber si ya tenemos un cuñado en la familia. Y cuando tendrán un hijo. No quiero ser tío tan temprano a la verdad.

Suzy cruza los brazos y lo mira con desdén.

—No es tu problema, y ​​no voy a explicarte nada. No te preocupes por lo que aún no pasa.

Jefferson la observa con curiosidad, como si analizara cada una de sus reacciones.

—Hmm... cuando te pones a la defensiva es porque hay algo.

Suzy respira frustración.

—No tengo tiempo para tus tonterías, Jefferson. ¿Necesitas algo o solo viniste a fastidiar?

—Tal vez un poco de ambas —responde con una sonrisa burlona—. Pero en realidad, vino un anuncio.

Suzy levanta una ceja.

—¿Advertirme?

—Sabes que nuestros padres están atentos a cada movimiento que hacemos. Si empiezas a actuar raro, van a querer saber por qué. Y si estás involucrándote con alguien que no les gusta... me van a joder.

Suzy se inclina sobre el escritorio.

—Te repito, Jefferson, lo que haga o deje de hacer no es asunto tuyo. Tu trata de no volver a aparecer por mi apartamento. Tienes el tuyo.

Jefferson se encoge de hombros.

—Como quieras, hermana. Solo no digas que no te lo advertí. Y encima de tu apartamento, no tengo la culpa de que esté en el centro de la diversión. Nos vemos luego Amelia. Si vas a comer sola sin está arpía de mi hermana, avísame y te acompaña.

Se levanta con calma y sale de la oficina, dejándola con un mal sabor de boca. Suzy se recuesta en su silla y suelta un suspiro.

Amelia la observa con simpatía.

—Tu hermano realmente sabe cómo molestarte.

—Sí... pero no voy a dejar que me detenga. No sé cómo te gusta ese rinoceronte.

—Si, aveces pienso que tengo problemas por gustarme un tipo tan fiestero y mujeriego como él.

—No te quiero ver sufrir. No deberías aceptar este trabajo.

—Se que puedo estar llevando la empresa de papá. Pero está vida me encanta sin tantas responsabilidades, estoy a tu lado y por lo menos puedo ver de lejos a mi amor platónico.

—Amor platónico, mi culo. Si ese te pone un dedo encima sin tu permiso partele la cara y anotamelo.

—Si, si...pero tengo la esperanza de que cambie.

Mira a Amelia con determinación.

—Primero se hunde la isla. De cualquier modo...volviendo al tema: Encuentra un lugar para el dojo y prepara el contrato para que Tenzin Wang lo firme.

Amelia asiente y venta de la oficina. Suzy se queda sola, sabiendo que este es solo el comienzo. No importa los obstáculos, hará que esto funcione, con o sin la ayuda de Tenzin.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP