Capítulo # 6

En la casa Greco.

—Ja, ja, me he divertido mucho con ustedes —dijo Derek, risueño.

Ysabelle sonrió.

—Papá, nunca cambia.

—Ya es tarde —comentó Christopher mirando su reloj.

Ysabelle mirando el reloj.

—Ya son las once.

—Yo tengo que irme —le dijo su padre, levantándose del sofá. 

—Yo también —dijo Christopher levantándose del sofá.

—Pensé que te ibas a quedar con Ysabelle hasta mañana —bromeando él.

Ysabelle estaba sonrojada.

—¡Papá!

—Suegro, yo respeto a su hija —dijo Christopher mirándolo con seriedad. 

—No la respetes tanto —le dijo Derek divertido.

Ysabelle metiéndole un golpe en la espalda.

—¡Basta, papá!

Christopher soltó una carcajada por lo sonrojada que estaba ella.

Ysabelle estaba sonriendo.

—Deja de reírte.

—Adiós, hija —dijo él, dándole un beso en la frente.

—Adiós, papá —habló Ysabelle alegremente. 

—Mi amor, que pases buenas noches —dijo Christopher mirando a Ysabelle.

—Está bien, mi amor —dijo ella dándole un beso fugaz en los labios.

Christopher sonrió.

—Nos vemos mañana.

—Sí.

—Vámonos, yerno —le dijo Derek esperándolo.

Ysabelle cerró la puerta.

—Lo amo más que nunca —dijo y se dirigió a subir las escaleras.

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En la casa Moretti.

Tiziano entró en la habitación de Christopher. Al ver que seguía dormido, le echo un poco de agua en la cara.

—¡Despierta!

Christopher exaltado.

—¡¿Qué pasa?!

—Anoche llegaste muy tarde —le dijo Tiziano, serio.

—Me fui para un bar, con mi supuesto suegro —comentó él, levantándose un poco.

Tiziano, sentándose en la cama.

—¿Suéltalo?

—Luego de la velada. Me invitó a un bar y estuvimos hablando hasta las tres. Me duele la cabeza —se quejó.

—¿Tomaste mucho? —le preguntó, sabía que su hermano no bebía tanto.

—Más o menos.

—Y mi cuñada, ¿cómo estaba? —le preguntó curioso.

—Muy hermosa con ese vestido —respondió el enamorado.

—¿Y hubo beso? —le preguntó pícaramente. 

—Solo un beso fugaz.

—Hay amor en el aire —dijo Tiziano bromeando.

—Deja de molestarme —le dijo el serio.

—Levántate, llamaron de la obra.

—¿Y eso? —Christopher extrañado.

—Parece que el productor se enfermó.

—¿Y ahora? —preguntó preocupado.

—Tenemos vacaciones, hasta unas cuantas semanas —contestó Tiziano alegre.

—Pensé que solo este fin.

Tiziano acostándose en la cama.

—La verdad, ya estaba cansado de ensayar esa obra tonta —dijo quejándose.

—Ni tan tonta, por medio de esa obra has conocido a muchas chicas —le recordó Christopher serio.

—Ojalá que pronto se terminé para que descansemos muchísimo —dijo su hermano.

—Yo no, me conformó con ver a Ysabelle.

—Vamos, levántate para que nos vamos a pasear —lo invitó Tiziano dándole unos golpecitos en la pierna.

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En el restaurante Rossi.

Uma dándole un beso en los labios.

—Hola, mi amor.

—Hola, mi vida, ¿y mi cuñado? —preguntó Stefano.

—Está en la cocina.

—¿Y Lucia? —le preguntó, no la veía.

—Todavía no ha llegado.

Stefano mirando el reloj.

—Son las diez.

—La verdad, es muy raro en Lucia —dijo Uma extrañada.

—Sí, es verdad.

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En el parque.

Lucia estaba corriendo por los alrededores, ella lo hacía tres veces a la semana, corría por su salud y por sentirse bien.

Ysabelle estaba corriendo.

—Hola.

Lucia sonrió.

—¿Y eso que estás corriendo? —le preguntó extrañada. Ysabelle no le gustaba hacer ejercicio.

—Es que, estoy gorda —comentó Ysabelle haciendo puchero.

Lucia estaba riéndose.

—Gorda tú, por favor. ¡Estás bellísima!

—Yo no sé cómo puedes correr —dijo ella agotada.

—Siempre lo hago, hoy se me pegaron las sábanas —comentó riéndose.

—Eso parece.

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En la casa Lombardo Rizzo.

—Vamos, camina Fania —dijo Stefania mirando a su hija.

—Está bien mamá, ¿vamos para que tía Lucia? —le preguntó.

—Sí, vamos para el restaurante.

—Quiero un pastel de fresa.

—Sí, lo que digas hermosa —dijo Stefania saliendo de la casa con la pequeña.

—Mami, quiero un hermanito —le exigió Fania contenta.

—Ya te he dicho que no, espera que una de tus tías te dé un primito.

—Eres mala —le dijo Fania haciendo puchero.

—Ja, ja, ja, lo sé.

—Vámonos ya —dijo la niña molesta.

Stefania le gustaba hacer rabiar a su hija, pero la amaba con locura. 

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Una hora después.

En el parque.

Ysabelle sentándose en una banqueta.

—Estoy muerta —murmuró cansada.

Lucia sentándose también.

—Yo también.

Ysabelle estaba preocupada.

—Lucia estás muy pálida.

—Siento que me falta el aire —comentó Lucia respirando con dificultad.

Ysabelle estaba asustada.

—Vamos para el hospital.

—No puedo respirar —comentó ella asustada.

Ysabelle también estaba asustada.

—Tranquila amiga, el auto está cerca.

—Vamos rápido, por favor —dijo Lucia con un hilo de voz.

—Vamos —comentó ella ayudándola a levantarse.

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En el Restaurante Rossi.

—Un jugo de naranja y un sándwich —pidió Christopher.

—Está bien —dijo su cuñada anotándolo.

Stefano sentándose al lado de Christopher.

—¿Y cómo te fue anoche? —le preguntó indiscretamente. 

—Bien, normal.

Tiziano sonrió.

—Hubo beso —le reveló.

Stefano estaba sorprendido.

—¿De verdad?

—Un beso fugaz —dijo irritado Christopher.

—Pero, fue un beso —le dijo Tiziano sonriendo.

—Hermano, estás comenzando con un buen pie —dijo Stefano sonriendo y feliz por él.

—Cállense —pidió Christopher molestándose.

—Aquí está su orden —le dijo Uma llegando.

—Mi amor, cada día estás más hermosa —dijo Stefano, más enamorado.

—Gracias —dijo ella sonriéndole con amor.

—Me hace falta una novia —habló Tiziano con envidia.

Arnaldo llegó angustiado.

—Ya estoy preocupado, son casi las once y nada de que Lucia aparece.

—Será que se tomó el día libre —comentó su hermana.

—Lucia avisa.

—Es verdad —afirmó Uma extrañada.

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En el hospital.

—Ayuda —dijo Ysabelle desesperada.

—¿Qué pasa? —llegó un enfermero.

—Mi amiga no puede respirar bien —dijo Ysabelle desesperada.

—¿Cómo se llama? —le preguntó mirando a Lucia.

Lucia casi sin voz.

—Lucia Monti.

—Esto parece un ataque de asma, ¿eres asmática? —le preguntó él.

Lucia negó con la cabeza.

—¡Oiga, atiéndala! —exclamó Ysabelle gritándole.

—Venga conmigo.

Lucia se fue con el enfermero.

Ysabelle se sentó en una silla completamente nerviosa y angustiada por la salud de su amiga.

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En el consultorio.

El médico mirando a Lucia.

—Estás mejor.

Lucia con una máscara de oxígeno.

—Sí.

—¿Cuándo eras pequeña y sufrías de asma? —le preguntó.

—Sí, eso fue hace muchos años —respondió. 

—Cuando estés más calmada, hablaremos mejor.

Lucia solo asintió.

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En sala de espera.

Alessia llego a dónde estaba Ysabelle.

—¿Qué haces aquí?

—Alessia, Lucia se puso mal, comenzó a faltarle el aire y piensa que puede ser asma —dijo Ysabelle angustiada.

—¿Asma? —le preguntó Alessia sorprendida.

—Eso piensa el enfermero que nos atendió.

—Voy a ver quién la está atendiendo —dijo Alessia alejándose.

—Ve, por favor —le pidió.

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En el restaurante Rossi.

Stefania hizo acto de presencia con Fania.

—Hola.

—Hola, preciosa —le dijo Stefano saludando a Fania.

Fania estaba sonriendo.

—Hola.

—Vengo a ver a Lucia —dijo Stefania mirándolos.

—No ha venido —informó Arnaldo.

Stefania estaba preocupada.

—Qué raro.

—Siéntate, la estamos esperando —dijo Tiziano mirándola.

—Eso sonó a manada —comentó Arnaldo celoso.

—Amor, ayúdame un poco —pidió Uma mirando a Stefano.

—Sí, amor —dijo Stefano levantándose de la silla.

—Que amor —habló Stefania sonriendo.

—Pobre de Stefano, mi hermana es un caso —dijo Arnaldo sonriendo. 

—Déjala, Stefano no está nada molesto —aclaró Tiziano divertido al mirar como su hermano ayudaba a su novia.

—Ja, ja, ja, es verdad —dijo Christopher risueño.

Roberta entró al restaurante con una sonrisa en los labios.

—Hola.

—Parece que solo falta Ysabelle y Lucia —habló Stefania.

—Stefania como que eres tonta, y Alessia, ¿en dónde queda? —le recordó Roberta seria.

—Ja, ja, ja, ja, ja, sí es verdad.

—Tía Roberta, quiero un primito —pidió Fania.

Roberta mirándola.

—¡Un primito! ¡Stefania qué demonios le metes en la cabeza a la niña!

Stefania alterada.

—Nada, ella quiero un primito y Alessia y tú se están tardando demasiado en tenerlos.

—Stefania —dijo Roberta furiosa.

—Estás dos sí tienen humor —comentó Tiziano asombrado.

—Y eso no es nada en realidad —comentó Arnaldo cruzando los brazos.

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En el hospital.

En el consultorio.

—¿Estás bien? —le preguntó el médico nuevamente a Lucia.

—Sí, ya puedo respirar mejor —contestó Lucia un poco más tranquila.

—¿Fuiste asmática, cuando eras niña? —le preguntó.

—Sí, pero mis padres me llevaron para un especialista, hace años, pero hace unos días he notado que casi todo me está dando mucha tos y alergia.

—Él asma no se cura, tienes que estar en tratamiento —dijo él mirándola.

—Pero —dijo ella preocupada.

—El asma es muy peligrosa, te puedes morir por un paro respiratorio.

Lucia estaba asustada.

—¿Y qué tengo que hacer?

—Tienes que tener siempre un inhalador en la cartera, ya que el ataque de asma te puede dar en cualquier momento —le explicó.

—Yo soy repostera y estoy estudiando para ser chef —comentó ella.

—Tienes que alejarte de las harinas y el polvo.

—No puedo. Soy una mujer muy activa, me encanta la limpieza —dijo Lucia con seriedad. 

—No sé cómo ayudarte —comentó el médico preocupado.

—Que use una mascarilla —aconsejo él enfermero.

—Sí, tienes razón.

Lucia sonrió.

—Gracias a Dios.

—Tienes que ir a verte con un especialista y estar unos días en reposo —repuso el médico.

—Sí, está bien —dijo Lucia más tranquila.

Alessia entro al consultorio preocupada.

—Lucia, ¿estás bien?

—Sí.

—¿Es tú amiga? —le preguntó el médico.

—Sí, doctor Smith.

—Ya le di las indicaciones.

—Tranquila Alessia, estoy bien —dijo ella sonriendo.

—Vamos para que te vayas con Ysabelle para tu casa —dijo Alessia mirándola. 

—Sí —dijo Lucia saliendo del consultorio.

—Alessia quédate, necesito hablar contigo —le pidió el médico.

Alessia se tensó un poco, no debía de ser nada bueno.

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