En la casa Rossi Monti.
Los hombres tenían la música a todo volumen; Tizziano y Stefano se encontraban bailando alocadamente.
Christopher estaba serio.
—El normal soy yo.
—Hombre, no lo tomes así —dijo Arnaldo riéndose.
—Estos son más alegres que unas prostitutas regaladas —comentó Christopher.
Niccolo estaba riéndose.
—Es verdad.
Stefano se subió a la mesa.
—Ahora del show —dijo él. Tizziano colocó la canción más movida; comenzaron a bailar como locos—. Esto sí es vida.
—Al menos disfrutan —comentó Arnaldo sonriendo.
—¿Y para cuándo los bebés? —le preguntó Niccolo a Christopher.
Christopher estaba sonriendo.
—Estamos en eso, no te creas, tengo muchas ganas de ser padre.
—Dímelo a mí —confesó Niccolo sonriendo—. Tengo unas ganas enormes de conocer a mi pequeño o pequeña.
—Seré el hombre más feliz cuando Ysabelle me dé la noticia.
Niccolo sonrió.
—Espero que sea pronto.
—Chicos, vamos a hablar de todo un poco —propuso Dante.
Todos estaban emocionados.
—¡Sí!
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En la casa Milano Salvat