La puerta trasera se encontraba abierta porque el picaporte estaba malo. Siempre había estado así. Garret me enseñó la forma de abrirlo, empujando con el hombro, moviendo la perilla varias veces y finalmente con la rodilla le daba un fuerte empellón para entrar. Elías no se preocupó nunca en arreglar el portón porque uno de los defectos que tenía mie ex enamorado era ser bien flojo y descuidado. Fue una de las razones que nuestro noviazgo no tuvo éxito junto, claro, a su carácter explosivo, violento y áspero, incluso conmigo. Él no sabía controlar sus impulsos. Después de forcejear la puerta pude entrar a la casa. No tenía miedo, no sentía repulsión ni pánico, aunque sí estaba asombrada de confirmar que, en efecto, había estado saliendo con un hombre lobo antes que lo hiciera con Waldo. Mi vida estaba signada con los licántropos. Yo tenía razón. El hecho de tener sangre rumana en mis venas, atraía a los cánidos, je je je.
-¿Cómo te hiciste esa herida?-, le pregunté a Elías hacién