Siempre he tenido un carácter difícil. A veces me torno agresiva, áspera y hay ocasiones que estallo muy molesta, dando bufidos y rugidos como una fiera. Mi abuelo y mi padre decían que eso era de familia, que los Lucescu siempre fueron bastante explosivos. Pero yo también era muy audaz, intrépida y violenta. Enfrentaba a los peligros, sin miedo y con temeridad. Siendo adolescente derribé a un ladrón que quiso llevarse mi morral con una laptop dentro y también aporreé a golpes a otro sujeto que quiso arrebatarme mi móvil.
-Ésta muchachita ha sacado tu carácter-, le decía mi madre a papá y él únicamente reía. A mí me gustaba mucho que me compraran con mi padre porque yo lo admiraba y lo quería mucho. Aprendí defensa personal desde muy niña. Tae kwon do, karate y lucha también. Papá decía que vivíamos en un mundo machista y violento y que las mujeres debían saber defenderse. Yo no era una experta, sin embargo podía enfrentarme a cualquier sujeto que me doblara en tamaño y fuerza. Creo que por eso me hice periodista, porque me gustaba la adrenalina, las emociones fuertes, y como les digo era arriesgada, muy valiente. -En tu otra vida debiste ser una tigresa o una leona-, me decía Johnny, quien estaba mu interesado por mí, empero él no era mi tipo y no llegamos a nada. Después de titularme en la universidad entré a trabajar en la sección de policiales de "El Fisgón" y estar al lado de la noticia, en medio de balaceras intensas, persiguiendo ladrones y en medio de revueltas y vandalismo, me sentí literalmente como una pececillo en el agua, je. Mi primer enamorado fue Tobías Manson, un compañero de estudios en la universidad, alto, atractivo y avasallador. Yo me enamoré perdidamente de él porque era muy indo y sobrio, siempre elegante, pulcro y destacaba en danzas, integraba la agrupación artística de nuestra casa de estudios y me gustaba verlo desbordando sensualidad y virilidad en las tablas. Parecía que estaba hecho de jebe. Me admiraba su cuerpo bien hecho, matemáticamente perfecto. Enamorarlo fue fácil, sin embargo. Manson había sufrido una decepción con una amiga en común, Giovanna, y él estaba demasiado sensible, asequible y con deseos de iniciar una nueva aventura. Me bastaron algunos coqueteos, unas risitas seductoras y algunos guiños sexy para que él me besara muy apasionado vehemente, a los pocos días, acaramelado de mis labios tan rojos como una manzana. Nuestro romance fue muy tórrido y apasionado porque Manson era súper apasionando, febril y vehemente. Se había encandilado de mis nalgas, mis senos y le gustaban, demasiado mis piernas. Yo le era un helado que lo paladeaba entusiasmado y frenético y no dejaba un rincón de mi deliciosa anatomía donde estampara la rúbrica de sus ansias, dejándome las huellas de su fervor, como una impronta indeleble hasta el último rincón de mis sinuosas y sensuales carreteras. A mí me gustaba mucho él porque ya les dije, era muy alto, atractivo y avasallador, tal como me gustan a mí los hombres. La pasaba de maravillas entre sus brazos, me hacía delirar con sus besos y disfrutaba, hasta la inconsciencia con sus caricias. Pero Tobías tenía un defecto: era en extremo dominante. Yo le era su propiedad absoluta, le pertenecía en alma y cuerpo y yo me debía enteramente a él. Al ser su enamorada, ya no tenía opción a nada, tan solo de pertenecerle. De eso ya me había advertido Giovanna. -¿Estás saliendo con Tobías?-, me preguntó cuando nos encontramos en los baños. Yo me hacía sombra en los ojos porque justamente me iba a ir al cine con Manson. Me había puesto una minifalda jean muy corta porque a Tobías le gustaba mucho mirarme las piernas. Giovanna se estaba peinando o al menos lo apar4ntaba para hablarme. -Nos estamos conociendo, recién-, no quise darle celos ni ganarme problemas con ella, pero Giovanna me miró muy seria. -No te conviene ese tipo, Jenny, es un tipo prepotente-, me advirtió. -Todos los hombres son así-, intenté defenderlo. -Sí, pero Manson lo exagera todo, mejor te cuidas-, me dijo y se marchó. Yo pensé, sinceramente, que Giovanna lo decía para estropear nuestra relación, crear discordia y tratar de apartarme de él. Decidí no hacerle caso. Y fue en el cine que Tobías exhibió su lado violento y explosivo. Estábamos muy acaramelados besándonos, sin importarnos el film, cuando reparó que un tipo me miraba las piernas. Manson se enervó, se sulfuró, su sangre reverberó en todo su cuerpo y sin más ni más, ¡pum! le metió un puñetazo al pobre hombre que le hizo polvo el tabique nasal y le tumbó toda la dentadura. Manson terminó en la cárcel, denunciado por el tipo al que golpeó en el cine. Fue el inicio de toda una seguidilla de incidentes. Manson le daba empellones a los chicos que me hablaban y miraba de mala manera a mis amigos. Lo que yo no sabía es que él le mandaba mensaje de textos a mis amistades, amenazando con masacrarlos si es que seguían viéndome o frecuentándome. Y ocurrió que el profesor de Redacción III, que es muy guapo y arrebatador, me sonrió al entregarme mi prueba escrita donde obtuve una nota sobresaliente y me dijo que yo era su mejor alumna, para que Manson, hecho un energúmeno, se le abalanzara y le diera tal paliza que dejó al catedrático convertido en un despojo humano, con las costillas fracturadas y bañado en sangre. Tobías fue echado de la universidad, lo metieron a la cárcel y yo decidí terminar con él. Giovanna me esperó en la puerta del aula de clases con los brazos cruzados, la naricita alzada, muy seria- -Te lo advertí-, me dijo muy seria. Yo junté los dientes y me escondí en mis hombros. No podía hacer otra cosa. Fui ciega con él. Al poco tiempo, Tobías salió de la cárcel y me buscó en la facultad, pero los vigilantes no lo dejaron pasar. -Es mejor que se vaya Manson-, le dijeron. Tobías pintó de mil colores su cara. -¡¡¡Vengo por mi novia!!!-, gritaba a todo pulmón, remeciendo la universidad. Los vigilantes llamaron a la policía y el tipo tuvo que irse. Cuando me iba a casa, uno de los agentes de seguridad de la universidad me dijo sobre el incidente. -Es mejor que se cuide de ese tipo, señorita Lucescu-, me dijo. Desde entonces he pensado, siempre, que tengo mala suerte en el amor.