Fernanda está a unos pasos, muy cerca, exactamente a tres pies y dos escalones arriba recostada en la puerta.
Nuestra distancia es tortura. Arremato contra ella.
- ¿Fue suficiente tiempo? – pregunta cuando llegamos a estar frente a frente.
Han sido los quince minutos más torturantes de mi vida mientras conducía a casa de Lina e imaginaba a Fernanda esperándome en el umbral de la puerta, justo como sucedió.
- Lo necesario.
Bajo la mirada al suelo, nuestros zapatos casi te tocan, y quiero creer que este nuestro punto de partida, donde nuestros caminos se entrelazan. Levanto el rostro y observo a Fernanda, que luce radiante con ese vestido amarillo, el cabello libre y la mirada brillante, los ojos verdes y las mejillas rosadas y redondas. Hay algo diferente en ella, pero aún no entreveo si es bueno malo.
- Te amo. – suelto.
Fernanda abre los labios para responder, pero no le doy tiempo y cojo su nuca para fundirnos en un beso. El beso marca un nuevo inicio, sin culpas sin mi