Capitulo 38

—Seti, quiero cada rincón de Giza bajo vuestra bota —ordenó el Visir—. La prisión. El puerto. Los mercados. Cada callejón. Duplicad las patrullas. Interrogad a cada sospechoso. Cualquier mensajero, cualquier forastero, cualquier susurro fuera de lugar… quiero que llegue a mis oídos. Que la vigilancia sea implacable. Que el miedo sea vuestro aliado.

Seti asintió, una sonrisa de satisfacción apenas perceptible en sus labios. —Será hecho, mi señor. No habrá un solo movimiento en Giza que no sea de nuestro conocimiento. La sombra del Visir cubrirá cada palmo de esta ciudad.

El Visir se giró hacia Ahmes. —Ahmes, tu tarea es más sutil. Necesito tus ojos y oídos en el palacio. En la Guardia Real. En el círculo íntimo del Faraón. Hesy es un hombre peligroso. Astuto. Necesito saber cada uno de sus movimientos. Cada conversación. Cada informe. Quiero interceptar cualquier mensaje que intente enviar o recibir. Necesito sus puntos débiles.

Ahmes asintió, su voz suave como la seda. —Comprendo, mi
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