La Noche Se Detuvo.
La lluvia había cesado, dejando un aroma húmedo y fresco en la ciudad que parecía envolverlos en un silencio casi mágico. El asfalto reflejaba las luces de los faroles, creando un mosaico difuso que acompañaba cada paso de Valentina mientras caminaba junto a Alexander.
Sus cuerpos estaban cerca, y aun así, cada centímetro parecía un universo que ambos querían explorar sin cruzar los límites que la razón les imponía.
Alexander podía sentir la cercanía de Valentina en cada movimiento. La suave presión de su brazo al rozar el suyo, el calor que emanaba de su cuerpo, el perfume que ahora mezclaba con la humedad de la noche: todo lo hacía real, tangible, y al mismo tiempo lo desarmaba.
Su corazón latía con fuerza, no solo por el esfuerzo de caminar bajo la ligera lluvia, sino por la intensidad de lo que sentía al tenerla cerca. Sentía miedo, deseo y vulnerabilidad, todo al mismo tiempo, y era un cóctel que nunca había experimentado con nadie.
Valentina, por su parte, caminaba tratando de m