Persiguiendo al Corazón.
El sonido de la puerta cerrándose detrás de Alexander resonó en los oídos de Valentina como un golpe seco que atravesaba su pecho. La respiración se le aceleró, los latidos de su corazón se hicieron insoportables, y un calor confuso se extendió por todo su cuerpo.
Había querido contenerse, razonar, recordar que todo lo que acababa de suceder era peligroso, pero cada segundo que él se alejaba hacía que la distancia se sintiera como un abismo imposible de soportar.
Se quedó un momento quieta, apoyada contra la puerta, intentando recuperar el aliento. Pero era inútil: la mente le gritaba su nombre, y no podía ignorarlo. Cada gesto, cada mirada, cada roce de esa noche estaba grabado en su memoria, y quedarse allí sería aceptar que todo se acababa antes de tiempo. No podía permitirlo.
Con un impulso que parecía venir desde lo más profundo de su ser, tomó sus llaves, su chaqueta, y salió a la noche lluviosa. La lluvia golpeaba su rostro, pero no la sentía. Sus pensamientos solo tenían un ob