Malas sorpresas y sorpresas. 1
Edneris seguía siendo la recepcionista del área de pediatría incluso después de que el mes de prácticas había pasado. No se quejaba de aprender a llenar papeles, pero le habría gustado estar en otro departamento, uno donde pudiera adquirir más experiencia real, porque ella no era recepcionista, era enfermera, y había imaginado sus prácticas de una forma muy distinta: más agitadas, más llenas de acción.
Intentaba convencerse de que aquel trabajo era la mejor opción para terminar sus horas de práctica, y más aún cuando ya le faltaban tan pocas. Por eso, y por los ánimos constantes de Owen, seguía adelante, aunque sentía que su ánimo se derrumbaba pedazo a pedazo. No se había atrevido a confesarle lo que sentía porque temía que pensara mal de ella, que la viera como una floja o una débil incapaz de soportar un trabajo "fácil". Pero guardarse todo eso comenzaba a pasarle factura.
Lo que más la tenía al borde del colapso era la insistencia de Ernesto. No había un solo día en que no le pidi