Me le quedo mirando, aturdida. ¿Cómo es posible? ¿Tanto me ama como para ser capaz de semejante locura? Me acaba de dejar completamente en shock. Hay una mezcla de sentimientos confusos agitándose en mi interior. Estoy sorprendida e incrédula, pero también maravillada y emocionada.
―¿Lo hiciste por mí?
Asiente en respuesta.
―Cuando vi las escenas del video en el que esa… ―calla, repentinamente, para tratar de controlar la ira que lo invade―. Por desgracia, ese malnacido que se atrevió a hacerte daño está muerto, porque te juro por Dios que mi venganza contra él habría sido impecable ―escupe con odio―. No lo habría dejado morir hasta saciar mi sed de venganza en su contra.
Apoyo una de mis manos en su mejilla.
―Gracias.
Me mira con incredulidad.
―¿Escuchaste lo que acabo de confesarte?
Respondo con un asentimiento.
―Sí, lo hice ―beso sus los labios y sonrío con satisfacción―. Por eso agradezco que hayas arriesgado tu libertad para defenderme ―¿en qué me diferencio de él? Estaba decidid