Volver a esta habitación, pone mis emociones a flor de piel. Observo los alrededores y noto que todo sigue igual. Incluso, hay un cepillo sobre el tocador con restos de mi cabello. Recuerdo haberlo dejado allí la última noche que estuve en esta casa. Mis ojos se nublan con las lágrimas. ¿Por qué me sigue afectando tanto?
―No quiero que hagas ningún esfuerzo ―el sonido de su voz me trae de vuelta al presente―. Recuerda que acabas de salir de la clínica y estás convaleciente ―asiento en respuesta. Me deja en el centro de la cama y me da un beso en la frente―. Las dejaré solas para que hablen de sus cosas. Tengo algunos asuntos que tratar con Robert ―me guiña un ojo, dejándome aturdida―. Aprovechen su tiempo de chicas.
Mi corazón da un vuelco cuando me mira a los ojos y sonríe de esa manera que me hace sentir apreciada. Físicamente, sigue siendo el mismo hombre, a pesar de lo demacrado que se ve, pero hay un cambio evidente en él. Ahora es más expresivo y comunicativo. Incluso, romántico.