La observo desde la distancia, mientras el médico retira los puntos de sutura de su herida. Es tan hermosa, la mujer más bella sobre esta tierra. Tanto tiempo negándome a amar y a ser feliz. Inhalo profundo. Desde que ella apareció en mi vida, no quiero otra cosa que entregarle mi alma y mi corazón. Sonrío con disimulo. Sí, por mucho que me niegue a creerlo, tengo un corazón del lado izquierdo de mi pecho. Uno que no deja de latir con todas sus fuerzas desde que ella le devolvió la vida. Abandono mis pensamientos en cuanto escucho la voz del doctor.
―Bien, señorita Ward, su evolución ha sido más que satisfactoria ―le indica el médico al levantarse de la silla y desechar sus guantes en el cesto de la basura―, ya no será necesario que regrese a una nueva consulta.
Rachel gira su cara y fija su mirada en la mía. Joder. Allí está de nuevo mi maldito corazón golpeando contra mi caja torácica con la misma intensidad del tañer de las campanas. Sonríe de una manera que hace que mi pulso se pre