―Es un hermoso nombre ―indica en tono bajo y cargado de dulzura―. Debe haber sido alguien muy importante para ti.
Se mueve sobre mi pecho y encaja su cara en el espacio que hay entre mi mentón y mi cuello. Inclino mi cara y beso su sien cuando me veo impulsado por una enorme necesidad de hacerlo. Muero por decirle la verdad, dejar esta farsa y declararle mi amor, pero no es el momento oportuno para hacerlo.
―Sí, lo es ―poco a poco se acerca el momento de decirle la verdad, no quiero volver a estar lejos de ella―, era todo para mí, sin embargo, lo arruiné de la peor manera.
Meto la mano por debajo de su larga cabellera y hundo mis dedos entre sus mechones dorados para peinarlos. Los deslizo suavemente y elimino los pequeños nudos que se formaron cuando la puse boca abajo.
―Uhm…
Abandono mis pensamientos y sonrío cuando la escucharla gemir de gusto.
―Esto te encanta, ¿cierto?
Sube sus brazos y los coloca alrededor de mi cuello.
―¿A quién no le fascina ser mimada de esta manera? ―ronronea