Sofía no podía creer lo que escuchaba. El bufete De la Vega. Era el sueño de cualquier estudiante de derecho, la cumbre a la que aspiraba poder conseguir después de tener experiencia laboral y sí, tal vez, muchos años ejerciendo. Y ahora, Alejandro, con una simple llamada, había abierto esa puerta, permitiéndole mostrar su talento.
¿Él podía ser más perfecto? Eso fue lo que hizo que ella se enamorara de una manera tan profunda. Alejandro siempre ayudaba si podía y era muy entregado a su familia.
—No sabes lo que esto significa para mí, Ale... —murmuró, con los ojos llenos de lágrimas, y se arrojó a sus brazos.
Fue el acto de amor más maravilloso que pudo darle.
—Sé lo que significa, monkey-monkey —susurró él, apretándola contra su pecho—. No quiero que seas mi sombra. Quiero que tengas tu propio mundo, pero conmigo a tu lado.
Las palabras de Alejandro, su mirada de orgullo y la promesa de un futuro donde ella brillaría por sí misma, derramaron de amor a Sofía. Ella en ese instante, te