Bruce
—¿Cómo es posible? —exclamó Bruce, incrédulo.
Estaba de pie en el centro de la sala de Inteligencia, observando las decenas de monitores que cubrían una pared entera. Sus ojos recorrían las imágenes de las cámaras de seguridad repartidas por toda la ciudad. La tecnología era de vanguardia, la inversión millonaria, y aun así, Elizabeth Walker había desaparecido sin dejar rastro.
—Señor Pratt —comenzó Carlson, jefe del equipo de inteligencia, con un tono contenido pero preocupado—, nosotros también estamos sorprendidos. Parece que la señorita Walker sabía exactamente cómo evitar los puntos de vigilancia. No fue captada por ninguna cámara después de bajar del taxi y subir al autobús esa mañana.
—¿Ninguna? —Bruce frunció el ceño—. ¿Ni en las entradas del metro, ni en las estaciones de autobús o tren, ni en las carreteras, ni en los aeropuertos?
—Nada. Como si se hubiera evaporado. Estamos cotejando datos, intentando encontrar patrones, pero fue extremadamente cuidadosa. Probablement