Salimos del hotelucho de mala muerte en que me vine a meter, después de pagar la cuenta y nos dirigimos a los tribunales. Le mando un mensaje a André, pidiendo copia de las cámaras de paraíso, para ver que m****a hice y entro a la sala donde me toca hacer mi deposición, reviso los documentos que me ha llevado mi asistente y al momento de tocarme hablar frente a los magistrados tomo mi bastón y me desenvuelvo como pez en el agua, desde hace un tiempo me han empezado a llamar el Tiburón de los tribunales, pues desde que comencé no he perdido ningún caso de los que han llegado a mi poder, incluso he visto algunos de los amigos de mi diler y los he sacado sin ningún problema, y no crean que es por estar en Scott y asociados. He hecho mi propio prestigio por lo excelente abogado e investigador. En la oficina soy un abogado corporativo que sigue con el legado de sus padres, todo bien por ese lado, tenemos una gran cartera de clientes y los que tengo con André, son una cuenta especial, no escondo nada «o eso creen» por el contrario, ellos conocen de mis clientes, salvo el hecho de que nadie sabe la calaña de tipos que son. Una vez que termino con mi deposición los jueces deciden darle unos minutos al jurado quien increíblemente termina de deliberar en menos de dos horas. Salgo del lugar y, como siempre, he logrado otra victoria para mi record.
Enciendo mi teléfono y este de inmediato empieza a sonar, veo a la culpable y nuevamente me ha echado a perder el día.
—¿Qué quieres?
—Thomas, al fin cariño, me dejaste preocupada.
—¿Por qué? ¿Tienes miedo de que termine nuestro compromiso por la estupidez que provocaste?
—Cariño, no fue esa mi intención.
—¿Y tú quieres que te crea?
—Te lo juro amor.
—Natalie, no jures en vano y ruega porque ella no aparezca.
—¿Me estás amenazando?
—Te estoy advirtiendo, Natalie. Que te quede claro.
—Cariño, perdóname ya entendí que fue un error, soy humana, tengo derecho a equivocarme.
—En eso no. — ¿Cree que soy estúpido? — ya te lo dije y ahora déjame en paz.
—¿Y la prueba de los menú para la cena de compromiso ?
—Ah… Ahora entiendo, para eso me llamaste. Pues ya lo sabes, no tengo tiempo.
— ¡Thomas!
— Adiós Natalie. Que tengas un lindo día.—Cuelgo la llamada antes que siga con su discurso y me subo al auto.
—Rubén, a la casa de mi madre.
Después de 40 minutos, llegamos a la casa de los Hamptons y luego que Rubén detiene el auto, tomo el bastón que me trajo, bajo y me dirijo a afrontar a mi madre. La puerta se abre sin que llame y es Rosita quien me recibe, con una cara de pocos amigos, de la que ya estoy familiarizado de recibir por parte de mi familia, de un tiempo a esta parte.
—Hola Thomas.
—Nanita.
—Tu madre está en la oficina. — se aleja sin siquiera darme un beso o un abrazo, me duele su actitud, pero me hago el tonto y me dirijo a la oficina que comparten mis padres en esta casa. Golpeo la puerta y espero el adelante que escucho de inmediato. Abro y ahí la veo, mi pequeña mamá, está sentada en el sillón frente al escritorio, su semblante no es el mejor y me imagino que es por mi culpa.
—¡Por fin apareces! ¿Por qué no me contestabas los mensajes y las llamadas? —se levanta y acerca a mí. Toma mi cara y me mira con amor, por lo menos alguien no cambia conmigo después de toda la m****a que he hecho.
— Lo siento Ma, estaba ocupado y anoche…
— ¿Dejando a tu novia en tu departamento después de casi matarla?
— ¡Eso no fue así, mamá! — exclamo molesto, esta estúpida de Natalie debe haberle venido con el cuento a mamá y ella cayó redondita.
— Pues la chica me llamó asustadísima y me contó lo que le hiciste.
— ¿Y te dijo por qué actúe así?
— No hay justificación.
— ¡SÍ LA HAY, MAMÁ! Ella le envió la invitación del compromiso a Alma.
— Así que fue ella — dice afirmando, más que preguntando y eso aviva mi más terrible temor.
— ¿Ya lo sabías?
— Lo estoy confirmando, hoy Alma me llamó para avisarme que vendrá aprovechando la gala del MET —No, no, no ella no puede venir, ella…
—Mamá, ella no puede…
—Basta, Thomas, suficiente. Estoy cansada de tener que tapar el sol con un dedo, he perdido valiosos momentos de mi hija por cumplir con tus deseos y por dios, no sabes cuánto me culpo por no estar para ella cuando más me necesitó. — Mi madre comienza a llorar y vuelvo a sentirme como la m****a, por todos mis malditos actos no sólo dañé a Alma, sino que con lo que hice dañé a toda mi familia y al final que logré… Nada.
—Mamá, perdóname, pero también entiéndeme. Ella no puede volver, no ahora. Es que… no quiero…. No puedo…
—Lo siento, Thomas, ella ya lo decidió y aunque digas lo que digas ella vendrá te guste o no.
Con esas últimas palabras me doy la vuelta y dejo a mi mamá llorando, no me importa que ella se culpe, porque sí lo es ¿Por qué no se fue con ella y me dejó aquí en mi m****a si tanto se culpa? Ella lo quiso, no la obligué, a nadie he obligado a seguir mis designios y si tienen algo que reclamar que lo hagan con otro. Lo que decidí era lo mejor y punto.