—Alma, futura señora Di Rossi —
Un año después…
Me encuentro en mi habitación de niña, en villa Alma, ya todos han salido a prepararse y yo, les pedí unos minutos para respirar, estaba nerviosa y no era para menos, hoy le daría el sí al hombre de mi vida y padre de mis hijas. Estaba mirándome al espejo, cuando la puerta se abrió y apareció él...
—Te ves preciosa, enana.
—Gracias, mi baboso querido. Y tú, no te ves tan mal eh.
—Se hace lo que se puede.—Thomas se dio una vuelta para mostrarme su figura en el traje hecho a la medida para la ocasión.
—Loco, pero de verdad gracias por estar hoy aquí.
—No podía perderme tu matricidio.
—¿ Cómo te has sentido?
—Algunos días bien y otros de la patada.
—¿Ha sido difícil?
—Ni que lo digas, toda esa mierda que consumí me tuvo al borde de desaparecer.
—Lo siento…
—No vuelvas con esa cantaleta, Alma Scott, que no quiero ser el culpable de que se arruine tu maquillaje.
—Ven a darme un abrazo, que lo necesito.
—Diablos, enana, me harás llorar a mí.—E