—Enzo Di Rossi —
Llegamos a Thomas Oliver’s Gourmet Catering, la mejor banquetera de la ciudad y luego de dar nuestros datos en la entrada, esperamos unos minutos hasta que llega el mismísimo Thomas a recibirnos con su mejor sonrisa profesional.
—Estimado señor Di Rossi, es un placer tenerle en mi humilde morada.
—El placer es mío, Thomas — respondo amable con un apretón de manos, pero él se queda pegado viendo a mi hermana.
—Y usted bella dama debe ser la señora Di Rossi — toma su mano y la besa en el dorso, mientras la loca de Val se ríe como colegiala.
—Noooo, Val Scott. Hermana de este inepto.
—Sorella...
—Oh, mil perdones por la equivocación.
—No se preocupe, Thomas… interesante nombre — dice bajito al pasar a mi lado y ya quiero dejar a mi mini fatina sin madre.
—Val — la reprendo nuevamente y sigo nuestro camino llevando a la mini fatina en los brazos.
Entramos a un gran salón, con varias mesas y en cada una los más deliciosos manjares que nos podemos imaginar.
—Como verán, hoy he escogido una selecta y variada cocina americana e internacional.
—Mmm ya veo — respondo apreciando los platillos, varios conocidos, no hay nada que diga cómame.
—Oh, pero esto parece un banquete para bodas. —replica Val.
—En general, lo que hemos preparado para hoy es muy parecido, ya que después tendremos una prueba de comida para la celebración de un compromiso. A propósito, que coincidencia, su apellido es el mismo que el de uno de los novios que viene más tarde.
Ambos nos miramos, enarcando una ceja, si no lo hubiera escuchado no lo creería, ¿Cómo es que hemos caído con el mismo banquetero de la fiesta de compromiso del idiota ese? Lo que me parece más extraño es que para coordinar un banquete con ellos debe ser, con al menos unos meses de diferencia y por lo que me contó Val, cuando veníamos para acá, es que el compromiso de este idiota se había confirmado hace unas pocas semanas.
—Debe ser lo que dice usted, Thomas. Una coincidencia — responde Val, encogiéndose de hombros y volviendo a ver a su primogénita en mis brazos.
—¡Divino! — exclama el banquetero y nos dispone dónde debemos sentarnos. —. Para comenzar, los aperitivos y petit buché serán los siguientes — aplaude con sus manos e inmediatamente se aparecen tres garzones con bandejas en sus manos que colocan frente a nosotros.
— Mmm…
—¿Qué pasa Val? — Veo que hay una variedad de mini canapés con pastas y en cada montura miniaturas de champiñones, elotes, frutos secos, huevos de codorniz y jamón serrano y caigo en cuenta, mi fatina es alérgica a los frutos secos y al champiñón. — elimina los de champiñón y frutos secos.
— Muy bien hermanito, aún lo recuerdas.
— Por eso es bueno tenerte aquí, hermosa, eres mi tabla de salvación.
—Okey, eliminados. Ahora las brochetas. Como ya me quedó claro les presentaré brochetas de salmón, pollo y algunas carnes y eliminaré los que contengan los alimentos eliminados.
—También debe eliminar los que contengan tomate y cebolla morada. — vuelvo a interrumpir al banquetero que ahora me mira con desesperación.
— E…está bien, ¿algo más que eliminar del menú antes de proseguir?
— Más que eliminar quiero consultar.
— Dígame, señora Scott.
— ¿Cuál será el menú para vegetarianos y veganos? Usted sabe la moda. — dice la muy pilluela y yo niego mientras me como una brocheta, pero no aguanto y suelto una sonora carcajada que deja a mi mini fatina mirándome con cara de pocos amigos, mientras disfruta de unos canapés de huevo de codorniz y jamón serrano a la vez.
—¡Vale! No ría así que me shusta — dice agarrando mi cara y colocando uno de sus panecillos en mi boca.
— Hija. Deja a tu tío. — Mi hermana se ríe junto a Thomas que nos mira como si estuvieramos locos, carraspea y le contesta a mi hermana.
—Si señora. Tenemos preparado algo especial, ¡chicos! — los mismos garzones nos traen dos bandejas con pequeños panecillos cubiertos de pastas de colores que dejan mucho que desear, pero que si los ves correctamente sabes lo que contienen.
— Aww tu alfalfa hermana.
— Sciocco, se ven deliciosos.
—Así es, señora. Una variedad de humus preparados a las finas hierbas, aceitunas y pimientos y salsa tahini.
— ¿Puedo? — pregunta Val, como niña pequeña en una dulcería.
— Por favor, deléitese.
— Mmm, que delicia y se derriten en tu boca. Thomas, querré la receta por favor.
— Gracias, señora Scott. Veré que puedo hacer.
Después de que mis invitadas se deleitan con los aperitivos pasamos al plato de fondo y nuevamente mi querida hermanita coloca cara de circunstancia.
—Elimine la salsa margarita y la Pomodoro para los filetes, mantenga la de vino y la de finas hierbas. ¿Te parece?
—Me adivinaste el pensamiento hermanito.
—Anotadísimo señores. Ahora los postres.
—¡Azuca! — exclama la mini fatina al ver el mostrador en forma de Candyland que traen los garzones y hasta yo estoy maravillado.
—Por supuesto he pedido eliminar todos aquellos dulces y chocolates con frutos secos, señor Di Rossi.
—Gracias, Thomas. Es un gusto poder trabajar con usted — me acerco con mi mini fatina que toma un platito y empieza a llenar con un dulce de cada uno, mientras Thomas nos indica el bar.
—En cuanto a las bebidas se me ha informado que será bar abierto. ¿Desean probar algo en particular?
— No, no para nada, estoy satisfecha y con el agua me basta, eso te lo dejo a ti hermanito.
— Okey, no debe faltar el champagne, el whisky y los vinos que mandé a pedir especialmente desde Europa.
— Nooooo ¿mandaste a pedir Scala Dei y Chianti hermanito?
—¿Qué comes que adivinas? Obviamente pediría de nuestros dos lugares favoritos, hermanita — le guiño un ojo y ella sonríe con total satisfacción, pero sus palabras me descolocan.
— Alma te va a amar.
—Eso espero — digo con un dejo de nostalgia y recuerdo las veces que cuando éramos pequeños nos escondíamos del abuelo Agustín para robar pequeños cortitos de su vino especial de su cava.
—¿Te acordaste de él? — suelto un suspiro y miro la copa de Chianti que me han servido.
— Obvio, nuestro abuelo es el mejor.
— Pues entonces un salud por Agustín Soré, el mejor de todos.
— Salute.
En eso escuchamos un taconeo molesto y los gritos de una mujer entrando al salón…