Edgar Salinas se quedó sin palabras, al ver a aquel hombre ahí parado. De todas las ideas que llevaba en la cabeza, toparse con el nuevo dueño del Grupo Salinas, no era una de ellas.
- Señor Salinas, ¿a quién busca? -dijo Luciano con seriedad.
- Se… Señor D’Angelo, ¿Qué… ¿Qué hace usted aquí?
- Bueno, creo que debería contestar mi pregunta antes… ¿A quién busca señor Salinas?
- Vengo buscando a una persona, pero creo que me equivoqué de dirección.
- No lo sé, pero si me dice el nombre de la persona, tal vez lo pueda ayudar. -dijo Luciano volteando a ver a la mujer que a simple vista lucía aterrada.
- Bueno, vengo… ¿Sabe? No creo que ella viva aquí, seguramente la dirección que tengo debe ser errónea.
- Eso solo usted lo sabe… Así que si me disculpa, tengo cosas que hacer. -dijo Luciano girando sobre sus propios talones y cerrando la puerta.
Amelia se quedó sin palabras, ella no sabe qué hubiera ocurrido de no estar ese hombre con ella.
- ¿Y bien? ¿Acaso no piensa hacer sus maletas? -d