Maxin
El sol abrasador se filtra a través de las persianas bien protegidas. En esta ocasión, me obliga a abrir los ojos, maldigo por despertarme antes que sonara mi alarma prevista para dos minutos más de descanso. Ya es una costumbre levantarme más temprano, incluso que los empleados. Aclaro mi vista, poniéndome de pie. Observo a la mujer con el cabello extendido en las cobijas blancas, acostada de lado protegiendo su abdomen.
Ese siempre fue su lugar.
Se remueve cubriéndose el rostro de la luz solar que efectivamente la hace enojar, así que de inmediato llamo a Margot.
—Ubica doble persiana o añade un par de telas—indico a la ventana—. Cubre completamente el cuadro y asegúrate que no le moleste el sol. Necesito que descanse para la hora del vuelo. Ten su equipaje listo, partiremos por la tarde.
—Si, joven.
Dejo espacio para la toma de medidas que hará y buscar alguna tela que encaje, mientras que yo bajo a la cocina. Agarro mi celular y lo enciendo. No lo he tocado desde ayer. Al i