MILA
Un soplo cálido contra mi nuca.
Una mano que se desliza lentamente sobre mi cadera, bajo la ligera manta.
Despierto en una semi-oscuridad. La habitación está sumida en una noche densa, solo surcada por el halo pálido de la luna que filtra a través de las cortinas. El aire es tibio, saturado de su fragancia mezclada con la mía: notas amaderadas, sal, calidez masculina. No abro los ojos de inmediato. Escucho su respiración, grave y regular, pegada a mi nuca. Su mano explora mi cintura, dibuja círculos en mi piel desnuda con una paciencia calculada.
Mi corazón se acelera, un escalofrío me recorre. No es una caricia inocente. Su palma se desliza lentamente más abajo, sus dedos rozan mi muslo. Contengo un suspiro.
— ¿Nolan…? murmuro, la voz aún cargada de sueño.
No hay respuesta. Solo esa respiración más pesada, más insistente contra mi nuca. Sus labios, de repente, se posan allí, ardientes, posesivos. Un beso lento, seguido de una ligera mordida que me arranca un escalofrío violento.