No sé cómo terminé aquí.
Sentada en aquella oficina fría, con las manos temblando mientras el representante del Comité de Arte hablaba con una voz tan plana que parecía disfrutar arruinando vidas.
—Debido a las irregularidades detectadas, su licencia quedará suspendida mientras avanzan las investigaciones —dijo, como quien anuncia que lloverá.
Mi corazón cayó al suelo.
Lo sentí, literalmente. Un peso. Un golpe.
Un miedo que se me clavó en el vientre como un cristal roto.
—¿Suspendida…? —pregunté, aunque ya sabía la respuesta.
—Así es, Sra. Miller. Y lamentablemente, mientras dure el proceso, usted no podrá exponer, vender obra nueva, ni salir de la ciudad sin autorización, por las investigaciones....
Mis oídos comenzaron a zumbar.
Yo quería hablar. Quería defenderme. Quería demostrar que no tenía nada que ver con esa firma falsificada…
Pero algo dentro de mí se rompió.
Mi respiración se volvió irregular, como si no me alcanzara el aire.
Mi bebé… Mi bebé. Intenté mantener la compost