Regresamos del chequeo médico con esa sensación luminosa que siempre me deja escuchar el latido de nuestra hija. Porque si, creo será una niña.... Alice camina delante de mí por el pasillo, tocándose el vientre como si protegiera un tesoro frágil, y yo… yo solo puedo agradecer a Dios cada segundo de esta vida.
Cuando cierra la puerta de casa, le digo:
—Haz tu maleta, nos vamos de vacaciones.
Ella gira con los ojos muy abiertos.
—¿Vacaciones? ¿Ahora?
—Ya lo hablé con mi mamá, con David, con Claire y Marcos. Anne también se une… y bueno, Tyler va con toda su familia.
Alice parpadea.
—¿Qué hiciste?
—Secuestrar a todos —respondo con una sonrisa.
Por dentro pienso: Quiero que respire, que se desconecte, que sienta alegría pura después de tantos meses de ansiedad, médicos, viajes y cambios. Y sí, también quiero verla en traje de baño. Mucho.
Tres horas después estamos subiendo a un avión privado. Richard corre por el pasillo diciendo “¡maaamos!”, Este niño apenas llego a Bostón, no solo se