Han pasado dos días desde que mi hija llegó a este mundo y todavía siento que vivo suspendida en una especie de sueño transparente, como si caminara dentro de una burbuja que está a punto de estallar. Las luces del hospital son frías, demasiado blancas, demasiado despiadadas. Graham entró esta mañana con ese gesto profesional que intenta ser suave, pero sus ojos lo traicionan. Me dijo que harán los preparativos para la cirugía dentro de dos días. Que no pueden esperar más. Que el tumor ha crecido. Que los dolores de cabeza que me taladran como agujas encendidas no son buenos signos.
Yo solo pensé en una cosa.
No quiero irme sin verla.
Cuando desperté, Ethan no estaba. ; pregunte a la enfermera pero me dijo que se habia ido a duchar, yo estaba sedada,y le dijeron que no reaccionaría pronto. Pero mi cuerpo decidió lo contrario. Abrí los ojos con un peso insoportable en el pecho y una sola necesidad arañándome por dentro.
Mi bebé.
Tenía que ver a mi bebé.
Llamé a la enfermera con un hi