Nunca imaginé que pudiera existir un amor tan fuerte que venciera al miedo. Pero allí estaba ella, tan pequeña bajo esas sábanas blancas, tan frágil que parecía un suspiro… y al mismo tiempo, la criatura más poderosa que había tocado mi vida. Mi esposa. La madre de nuestros hijos. Mi razón.
Han pasado 35 semanas. Casi un milagro. Cada día en este hospital ha sido una montaña rusa de números, análisis, transfusiones, monitores y oraciones silenciosas. Y aun así, Alice resiste. No solo respira… lucha. Resiste como un faro contra la marea. A veces la observo desconectado del resto, escuchando únicamente el ritmo lento del monitor cardíaco que marca su constancia, su terquedad para seguir viva.
Claire, David y mamá están frente a mí ahora, con informes, proyecciones, balances financieros que ya no siento parte de mi vida. Las galerías siguen en movimiento, creciendo o tambaleándose sin mi presencia, pero yo no pienso moverme un milímetro de esta habitación. París ha sido vendido. Marcos s