Amy:
Lo miro incrédula, con el latido de mi corazón retumbando en los oídos. Una parte de mí no se
cree que vaya a hacerme esto en contra de mi voluntad, que me marque como un animal estúpido,
privándome de cualquier muestra de intimidad y libertad, mientras el resto de mí grita que soy una idiota,
que debería haber sabido que un tigre no se puede domesticar.
Las últimas semanas habían sido muy diferentes a cualquier cosa que habíamos tenido antes los dos
juntos. Había empezado a pensar que se estaba abriendo a mí, que me estaba dejando entrar en su
vida.
A pesar del dominio en la cama y del control que ejerce sobre todos los aspectos de mi vida, había
comenzado a sentirme menos como un juguete sexual y más como su pareja. Llegué a pensar que nos
estábamos empezando a parecer a una pareja normal, que de verdad estaba empezando a preocuparse por
mí… A respetarme.
Como una tonta, creí en la ilusión de llevar una vida feliz con mi secuestrador, con un hombre
completamente falto de