Amy:
Una semana después de la conversación con Frank, llamo a la pesada puerta metálica y espero
a que me deje entrar.
He pasado toda la mañana caminando con Rosa y entrenando en tiro, mientras Alexis se ha encerrado sin mí para hacer algo de papeleo de sus cuentas. Al parecer, hasta los mayores criminales tienen que ocuparse de impuestos y asuntos
legales; parece ser un mal universal del que nadie se libra.
Cuando la puerta se abre, me sorprende ver a un hombre alto de pelo rubio sentado frente a Alexis en
la gran mesa ovalada. Parece rondar los sesenta años, y creo haberlo visto antes solo que no recuerdo...
Ah sí , lo he visto deambular por la finca anteriormente, pero nunca he tenido ocasión de relacionarme con él en
persona. Desde lejos, me recordaba a un depredador elegante y oscuro, impresión que aumenta por el
modo en que me está mirando ahora, sus ojos azules siguen cada uno de mis movimientos con una mezcla
peculiar de vigilancia e indiferencia.
—Ven, amore —dice Alexis