Alexis:
Decido empezar con el entrenamiento esa misma tarde, después de ponerme al día con unos correos
electrónicos sobre negocios. No sé por qué, pero me gusta enseñarle defensa personal. No quiero que se
vuelva a encontrar en una situación peligrosa, pero aun así quiero que sepa protegerse si surge la
necesidad.
Soy consciente de la paradoja de lo que estoy haciendo. La mayoría de las personas diría que soy yo
quien debe protegerla y seguramente sea cierto. Me importa una mierda, sin embargo. Ahora es mía y haré
todo lo posible para mantenerla a salvo, aunque eso conlleve enseñarle cómo matar a alguien como yo.
Cuando acabo con los correos electrónicos voy a buscarla a casa.
Esta vez la encuentro en el
gimnasio, corriendo en la cinta estática a toda velocidad. A juzgar por el sudor que le cae por la esbelta
espalda, ya lleva corriendo un rato.
Con cuidado de no asustarla me acerco a ella por el lado.
Al verme reduce la velocidad de la cinta, disminuyendo hasta el trote.
—Hol