El doctor Víctor miró al hermano de Julia.

—Julia está bien. La cirugía fue un éxito. La bala atravesó su cuerpo, pero por suerte no alcanzó ningún órgano vital. Logramos contener el sangrado, y ya la están llevando al postoperatorio. Pronto podrán verla.

La señora Erismar se llevó las manos a la boca y cayó de rodillas, llorando fuerte.

—Gracias, Dios mío... gracias, doctor... ¡gracias! —decía, entre sollozos.

Me acerqué un poco más, sintiendo un dolor apretado en el pecho. Estaba feliz por Julia... pero ¿y Gabriel?

—Doctor... —hablé, con la voz más débil de lo que imaginé. —¿Y mi hijo? Gabriel... él también recibió un disparo. ¿Todavía está en cirugía? ¿Sabe algo?

El doctor Víctor se volteó hacia mí con una mirada comprensiva.

—Lo lamento, señora... todavía no tengo actualizaciones sobre él. Hasta el momento en que salí del centro quirúrgico, todavía lo estaban operando. Pero puedo garantizar que la doctora Sandra está haciendo todo lo que puede. Tan pronto sepa algo, prometo