Rafael respiró hondo, dejando los cubiertos a un lado.
—Voy a necesitar viajar. —anunció, mirándome a mí y después a mi papá—. A Alemania. Surgieron unos problemitas en la sucursal de allá, voy a tener que resolver personalmente.
Mi postura se enderezó en la silla.
—¿Problemitas?
—Nada absurdo, pero es algo que necesita atención. Una cuestión de contrato, logística... cosa técnica. Pero me hago cargo.
—¿Estás seguro? Si necesitas ayuda, que alguien te acompañe, cualquier cosa... —ofrecí, sincera.
Me miró por algunos segundos y asintió con una sonrisa leve.
—Si surge algo en lo que puedas ayudar, te aviso. Gracias, Lari.
Terminamos la cena conversando sobre el viaje, el tiempo que iba a estar fuera, acordamos las rutinas de Gabriel, y entonces fui a acostar al pequeño.
***
La tela se deslizó por mi cuerpo como una segunda piel, suave y elegante. Me miré en el espejo y respiré hondo. El vestido negro realzaba mis curvas de una manera sutil, sin exageraciones. El escote asimétri