(Larissa)
Chicago
El frío golpeaba leve en el rostro, de esa manera rica de otoño, con el viento despeinando un poco mi cabello y el aroma de café y hojas secas invadiendo el aire. Rafael y yo caminábamos tranquilamente por el Millennium Park. Los árboles estaban todos en tonos de naranja y dorado, como si la ciudad hubiera pasado un filtro vintage.
Cuando paramos frente al "Bean", saqué las manos de los bolsillos y miré mi reflejo distorsionado en esa escultura metálica. Por un instante, no me reconocí. Y, ¿sinceramente? Fue bueno.
—Sabes que fuiste la estrella de la noche ayer, ¿no? —Rafael habló, con esa sonrisa relajada de siempre—. La gente estaba babeando con tu presentación.
—No exageres —respondí, medio sin gracia—. Pero... fue bueno. No sé. Me sentí ligera. Como si, por algunas horas, fuera solo "Larissa", ¿entiendes? Sin etiqueta, sin presión... sin...
Se me trabaron las palabras antes de completar la frase. Sin marido. Sin una relación hundiéndose.
Rafael me lanzó una